LA TRAGEDIA DE SER INMORTAL

Comparte este post

[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]L[/mkdf_dropcaps]os aficionados a la historia Memesférica seguramente os acordaréis del Yung Beef Falangista: perfectamente uniformado, armado con un semblante taciturno y amagando una sonrisa que casi se diluye en la de su álter ego actual. Todo estos años, me he limitado a reírme de la similitud física entre ambos, sin darle muchas más vueltas al tema. Sin embargo, la dieta que llevo estos días a base de compota de aburrimiento y revuelto de sinsentidos me ha hecho darme cuenta de una cosa: Estos dos cabrones son, sin lugar a dudas, la misma persona.

Sí. Y ya está. A mí no me engañan; la Pxxr Gvng calienta con el Cara al Sol antes de los conciertos, y allá por 1938 se podía escuchar “Tu coño es mi droga” en alguna trinchera del Ebro. Seguramente tuviese un nombre distinto, del estilo “Tu chocho es mi opio”, pero la melodía y el cutrismo seguían intactos. A Millán-Astray se le hacía la boca agua. Si. Fijo. Estoy segurísimo.

Como es lógico, al postular que Yung Beef es un ente inmortal chunguísimo me borbotean inmediatamente diversas paradojas e incoherencias, pero sobre todo, muchísimas preguntas: ¿Cuánto tiempo lleva aquí este ser? ¿Ha vagado la Península desde el principio de los tiempos o nació como cualquiera de nosotros, en algún parpadeo de la Historia, para angustiarse poco a poco viendo que no envejecía? Tal vez, lloró de impotencia al ver a sus amigos de la infancia arrugados de vivir mientras a su piel no la moldeaba el tiempo. Quién sabe, puede que le echasen a pedradas de su pueblo, por brujo y por tramposo, cargando en cada proyectil algunos envidia y otros compasión… Imaginaos lo melancólico que sería estar en algún pueblo de la España profunda y escuchar una leyenda local, transmitida de generación en generación, sobre el hombre que no hacía caso  a los minutos ni a los años…

     ¿Cómo se habrá tomado la vida eterna Yung Beef? Puede que viese (y siga viendo) su condición de inmortal como una oportunidad para ser mil cosas diferentes y así extraerle hasta las últimas gotas de Humanidad a la existencia. Quizás, ha estado en el Saqueo de Roma, en la Corte Real de Louis XIV y en el festival de Woodstock. Quién sabe, tal vez Fernando sólo se apuntó a La Falange por curiosidad, para pasear por el campo de batalla y ver a la muerte visitar a todos menos a él…

     ¿Se habrá enamorado alguna vez? Se me hace casi inevitable esbozarlo en su intimidad, llorando mientras recuerda a la florida dama de alta alcurnia con la que se casó, o a la novia yonqui con quien compartió su secreto. O tal vez ese no sea el caso, tal vez nunca se ha permitido a sí mismo el lujo de amar, porque sabe que tarde o temprano será inevitable despedirse de una manera u otra. ¿Quién querría amar sabiendo que una eternidad compartida jamás estará en el horizonte? ¿Quién podría ignorar la presunta infinidad que tienen como característica todos los amores que nacen? Puede que, aplastado bajo penas tan irremediables, Fernando decida ser siempre el mismo: Un mero espectador en la obra de teatro vital. No le culpo.

     En fin, no os preocupéis. Seguiré atento a ver si destapo a algún inmortal más. De momento, ya tengo algunos sospechosos: Jeff Goldblum, Jose María Aznar, Jordi Hurtado… Hasta nueva orden, si veis que de aquí a un tiempo Yung Beef desaparece del panorama musical y no se vuelve a saber nada de él, recordad que yo os lo dije, pero sobre todo, compadeceos profundamente de él.

 

Comparte este post

[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]L[/mkdf_dropcaps]os aficionados a la historia Memesférica seguramente os acordaréis del Yung Beef Falangista: perfectamente uniformado, armado con un semblante taciturno y amagando una sonrisa que casi se diluye en la de su álter ego actual. Todo estos años, me he limitado a reírme de la similitud física entre ambos, sin darle muchas más vueltas al tema. Sin embargo, la dieta que llevo estos días a base de compota de aburrimiento y revuelto de sinsentidos me ha hecho darme cuenta de una cosa: Estos dos cabrones son, sin lugar a dudas, la misma persona.

Sí. Y ya está. A mí no me engañan; la Pxxr Gvng calienta con el Cara al Sol antes de los conciertos, y allá por 1938 se podía escuchar “Tu coño es mi droga” en alguna trinchera del Ebro. Seguramente tuviese un nombre distinto, del estilo “Tu chocho es mi opio”, pero la melodía y el cutrismo seguían intactos. A Millán-Astray se le hacía la boca agua. Si. Fijo. Estoy segurísimo.

Como es lógico, al postular que Yung Beef es un ente inmortal chunguísimo me borbotean inmediatamente diversas paradojas e incoherencias, pero sobre todo, muchísimas preguntas: ¿Cuánto tiempo lleva aquí este ser? ¿Ha vagado la Península desde el principio de los tiempos o nació como cualquiera de nosotros, en algún parpadeo de la Historia, para angustiarse poco a poco viendo que no envejecía? Tal vez, lloró de impotencia al ver a sus amigos de la infancia arrugados de vivir mientras a su piel no la moldeaba el tiempo. Quién sabe, puede que le echasen a pedradas de su pueblo, por brujo y por tramposo, cargando en cada proyectil algunos envidia y otros compasión… Imaginaos lo melancólico que sería estar en algún pueblo de la España profunda y escuchar una leyenda local, transmitida de generación en generación, sobre el hombre que no hacía caso  a los minutos ni a los años…

     ¿Cómo se habrá tomado la vida eterna Yung Beef? Puede que viese (y siga viendo) su condición de inmortal como una oportunidad para ser mil cosas diferentes y así extraerle hasta las últimas gotas de Humanidad a la existencia. Quizás, ha estado en el Saqueo de Roma, en la Corte Real de Louis XIV y en el festival de Woodstock. Quién sabe, tal vez Fernando sólo se apuntó a La Falange por curiosidad, para pasear por el campo de batalla y ver a la muerte visitar a todos menos a él…

     ¿Se habrá enamorado alguna vez? Se me hace casi inevitable esbozarlo en su intimidad, llorando mientras recuerda a la florida dama de alta alcurnia con la que se casó, o a la novia yonqui con quien compartió su secreto. O tal vez ese no sea el caso, tal vez nunca se ha permitido a sí mismo el lujo de amar, porque sabe que tarde o temprano será inevitable despedirse de una manera u otra. ¿Quién querría amar sabiendo que una eternidad compartida jamás estará en el horizonte? ¿Quién podría ignorar la presunta infinidad que tienen como característica todos los amores que nacen? Puede que, aplastado bajo penas tan irremediables, Fernando decida ser siempre el mismo: Un mero espectador en la obra de teatro vital. No le culpo.

     En fin, no os preocupéis. Seguiré atento a ver si destapo a algún inmortal más. De momento, ya tengo algunos sospechosos: Jeff Goldblum, Jose María Aznar, Jordi Hurtado… Hasta nueva orden, si veis que de aquí a un tiempo Yung Beef desaparece del panorama musical y no se vuelve a saber nada de él, recordad que yo os lo dije, pero sobre todo, compadeceos profundamente de él.

 

Post relacionados

El FBI ayudó a un adolescente con autismo a unirse al Estado Islámico

El FBI ayudó a un adolescente con autismo a...

Arévalo: Volumen 4

Nadie puede dudar de que esta portada merece una...

Spiz rejuvenecedor: el caso Manolo Kabezabolo

En una época todavía ajena a la viralidad y...

Fumio Kishida: encendida a los 80

El aumento de la esperanza de vida se cierne...

De la oscuridad a 9M$: el ascenso de Bella Poarch

En el mundo efímero de las redes sociales, pocos...

Grimes, la ex de Musk obsesionada con el transhumanismo para bebés

Grimes, cuyo nombre real es Claire Boucher, es un...