C.Tangana: en busca del espacio perdido

Comparte este post

[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]E[/mkdf_dropcaps]l día en que C.Tangana muera prematuramente será el día en el que me convertiré en un adulto completo; en el que todas las aspiraciones de éxito que he ido alimentando durante mi pobre adolescencia se verán mermadas por el peso de un mundo vanidoso y cruel. Por eso necesito tanto su música y su personaje, porque adoptan la forma de toda esta crueldad y vanidad del mundo en algo tangible y real, y, por consonancia, en algo parodiable y humano.

Es gracioso eso del éxito, pensar en él de forma abstracta me da tirria, pero si lo personalizo y me aplico a mí el cuento, todo cobra un color rosa pastel y la vida pasa a ser de repente fascinante y misteriosa.  Necesito una figura en mi vida como la de este hombre para que le reste importancia -o quizás por su status de showman sería más adecuado decir protagonismo- a los problemas de una vida adulta que empiezo a experimentar.

Mientras él siga vivo tendré dentro de mí una parte esencial -y aunque suene redundante, necesito enfatizarlo-de imbecilismo infantil que necesito encarecidamente -aquí resulto redundante- para poder estar bien, para poder seguir corriendo con la antorcha olímpica aun sin saber exactamente si el fuego está vivo o ya murió hace tiempo. Y eso nos lleva a la cima de la montaña mágicamente enmierdada y es que últimamente sufro de ansiedad por la incertidumbre -la peor clase de ansiedad a mi parecer- de no saber si estoy haciendo bien las cosas, si voy tomando las decisiones correctas, si mi vida no estará yendo a parar a un limbo difuso de costumbres vacías; en última instancia, tengo miedo de que esto sea así y no pueda remediarlo.

Todos los adultos a los que consulto me dicen cosas del palo: -eres muy joven, tan solo tienes veinte años- Pero ellos no lo entienden. No. Aunque resulte paradójico cabe preguntarse, ¿acaso importa ya el tiempo vivido en el tiempo en que como jóvenes nos ha tocado vivir? Yo creo que el tiempo ha pasado a ser una foto inservible de tu ex con la que ni te emocionas ni te pones cachondo para hacerte una paja porque has olvidado completamente como era en la cama. Y cuando pienso en mis ex, en todo el amor que ha quedado encapsulado en otro momento, en otra vida dentro de mi vida, mi corazón se hincha y la Rueda de la ansiedad gira y gira rápidamente hasta alcanzarme y meterme una ostia tremenda, dejándome en el suelo, planchado como una lámina de mí mismo que aspira a recuperar la tridimensionalidad perdida.

En honor al protagonista de estas barras pues diré ¡Eso es! Porque sé lo que sucede, aunque no importe una mierda.

 Creo firmemente que en nuestra época Proust ya no se esmeraría en encontrar el tiempo perdido -y como Proust igual nadie debería intentarlo- Creo que es inútil obstinarse en ello, cuando lo que de verdad importa recuperar es la forma, el vigor de la corporalidad, la plenitud del objeto -sea cual sea- o, por ser más modositos políticamente hablando, el valor fundamental del espacio. Y C.Tangana, con sus andares de artista rancio, su vigorosidad ampliamente criticada y el papel que le ha tocado asumir delante de la gran masa es ese neoproust al que me debo por y para pulir y conservar coquetamente la paciencia inexacta que tengo ante las cosas. Es para mí el madrileño el que asume el rol y lleva todo el peso de recuperar fortuitamente un cuerpo -con sus físicas y sus químicas- que cada vez se va dilatando más y más, y que, de tan fino, casi parece inexistente.

En un último orden de cosas, y la ansiedad que noto ahora mismo me empuja a escribir esta suerte de conclusión forzada, en C.Tangana todo el miedo y la duda, la incertidumbre y la brusca ordinariez del mundo parecen ser los pasos necesarios para llegar a un destino deseado. Parece que cuando lo escucho -incluso sus temas más frívolos- notó que las cosas, aunque estén jodidas ahora, algún día irán a mejor.

Todo va a estar bien.

Comparte este post

[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]E[/mkdf_dropcaps]l día en que C.Tangana muera prematuramente será el día en el que me convertiré en un adulto completo; en el que todas las aspiraciones de éxito que he ido alimentando durante mi pobre adolescencia se verán mermadas por el peso de un mundo vanidoso y cruel. Por eso necesito tanto su música y su personaje, porque adoptan la forma de toda esta crueldad y vanidad del mundo en algo tangible y real, y, por consonancia, en algo parodiable y humano.

Es gracioso eso del éxito, pensar en él de forma abstracta me da tirria, pero si lo personalizo y me aplico a mí el cuento, todo cobra un color rosa pastel y la vida pasa a ser de repente fascinante y misteriosa.  Necesito una figura en mi vida como la de este hombre para que le reste importancia -o quizás por su status de showman sería más adecuado decir protagonismo- a los problemas de una vida adulta que empiezo a experimentar.

Mientras él siga vivo tendré dentro de mí una parte esencial -y aunque suene redundante, necesito enfatizarlo-de imbecilismo infantil que necesito encarecidamente -aquí resulto redundante- para poder estar bien, para poder seguir corriendo con la antorcha olímpica aun sin saber exactamente si el fuego está vivo o ya murió hace tiempo. Y eso nos lleva a la cima de la montaña mágicamente enmierdada y es que últimamente sufro de ansiedad por la incertidumbre -la peor clase de ansiedad a mi parecer- de no saber si estoy haciendo bien las cosas, si voy tomando las decisiones correctas, si mi vida no estará yendo a parar a un limbo difuso de costumbres vacías; en última instancia, tengo miedo de que esto sea así y no pueda remediarlo.

Todos los adultos a los que consulto me dicen cosas del palo: -eres muy joven, tan solo tienes veinte años- Pero ellos no lo entienden. No. Aunque resulte paradójico cabe preguntarse, ¿acaso importa ya el tiempo vivido en el tiempo en que como jóvenes nos ha tocado vivir? Yo creo que el tiempo ha pasado a ser una foto inservible de tu ex con la que ni te emocionas ni te pones cachondo para hacerte una paja porque has olvidado completamente como era en la cama. Y cuando pienso en mis ex, en todo el amor que ha quedado encapsulado en otro momento, en otra vida dentro de mi vida, mi corazón se hincha y la Rueda de la ansiedad gira y gira rápidamente hasta alcanzarme y meterme una ostia tremenda, dejándome en el suelo, planchado como una lámina de mí mismo que aspira a recuperar la tridimensionalidad perdida.

En honor al protagonista de estas barras pues diré ¡Eso es! Porque sé lo que sucede, aunque no importe una mierda.

 Creo firmemente que en nuestra época Proust ya no se esmeraría en encontrar el tiempo perdido -y como Proust igual nadie debería intentarlo- Creo que es inútil obstinarse en ello, cuando lo que de verdad importa recuperar es la forma, el vigor de la corporalidad, la plenitud del objeto -sea cual sea- o, por ser más modositos políticamente hablando, el valor fundamental del espacio. Y C.Tangana, con sus andares de artista rancio, su vigorosidad ampliamente criticada y el papel que le ha tocado asumir delante de la gran masa es ese neoproust al que me debo por y para pulir y conservar coquetamente la paciencia inexacta que tengo ante las cosas. Es para mí el madrileño el que asume el rol y lleva todo el peso de recuperar fortuitamente un cuerpo -con sus físicas y sus químicas- que cada vez se va dilatando más y más, y que, de tan fino, casi parece inexistente.

En un último orden de cosas, y la ansiedad que noto ahora mismo me empuja a escribir esta suerte de conclusión forzada, en C.Tangana todo el miedo y la duda, la incertidumbre y la brusca ordinariez del mundo parecen ser los pasos necesarios para llegar a un destino deseado. Parece que cuando lo escucho -incluso sus temas más frívolos- notó que las cosas, aunque estén jodidas ahora, algún día irán a mejor.

Todo va a estar bien.

Post relacionados

El FBI ayudó a un adolescente con autismo a unirse al Estado Islámico

El FBI ayudó a un adolescente con autismo a...

Arévalo: Volumen 4

Nadie puede dudar de que esta portada merece una...

Spiz rejuvenecedor: el caso Manolo Kabezabolo

En una época todavía ajena a la viralidad y...

Fumio Kishida: encendida a los 80

El aumento de la esperanza de vida se cierne...

De la oscuridad a 9M$: el ascenso de Bella Poarch

En el mundo efímero de las redes sociales, pocos...

Grimes, la ex de Musk obsesionada con el transhumanismo para bebés

Grimes, cuyo nombre real es Claire Boucher, es un...