[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]H[/mkdf_dropcaps]ace unos meses me abrí una cuenta de memes en Instagram. A día de hoy, @derribosydeconstrucciones cuenta con 21 mil y pico seguidores, más de lo que esperaba. Pero en términos de impacto real en la sociedad y en mi vida esa cifra no ha supuesto mucho. Cuando empecé no tenía intención de acabar viéndome metido en el torbellino de relaciones sociales (si es que se les puede llamar así) que da cuerpo a lo que llaman Memesfera.
A título personal, esa palabra significa poco. Es cierto que si aplicásemos un análisis de redes entre las diferentes cuentas de creadores de contenido en la red, se observaría una subred bastante densa de cuentas de memes. Pero ello no implica necesariamente que compartan un mismo sentimiento de comunidad ni de pertenencia a un ámbito común; todos los ámbitos de la vida en que nos movemos son eso, redes de relaciones más o menos densas.
Con esto doy paso a tres ideas. La primera: la Memesfera no es única en un sentido socio-antropológico, es un fenómeno que se repite en muchos más entornos. La segunda: la Memesfera no es una comunidad, es una escena. La tercera: la actividad online de los creadores de contenidos no es necesariamente un reflejo de su ideología, personalidad o su vida offline.
Paso a desarrollar la primera idea. En todos los años que llevo viviendo online he observado al menos tres memesferas diferentes. La primera se remonta a la actividad de un grupo de personajes con un perfil bastante nerd de la era Tuenti (alrededor de 2009). Aquel grupito, que se autodenominaba Los Defensores de la Internet, pasó poco a poco a convertirse en una de las escenas de creadores de contenido más prolíficas de España, siendo su culmen el mítico grupo de Facebook Aquí No Hay Quien Viva Shitposting. Al final aquello acabó fragmentándose por enfrentamientos ideológicos. Las acusaciones de “posmos” y “reaccionarios” se convirtieron en el pan de cada día hasta que aquello acabó colapsando.
Tras eso, pequeños remanentes quedaron flotando en la red, los más destacados fueron los grupos ANHQV Shitposting y Diversión con Banderas, un batiburrillo de frikis de la geopolítica y de los memes en el que se encontraban los admins de prácticamente cualquier página de memes regionalista medianamente relevante. Estos grupos fueron para el mundillo del meme lo que el Colegio Del Pilar para la política española.
Tangente a Los Defensores de la Internet surgió entre 2017 y 2018, entre otras memesferas, la RMA (Repúblicas Memeras Andaluzas); una network de cuentas de memes de temática y procedencia andaluza que se articulaban discursivamente en torno a los contenidos de dos grandes actores: Andalusian Shitposting y la ya desaparecida Glorious Andalusian Emirate Memes, que a su vez servía de nexo de unión con Defensores. Aquello también acabó por disiparse. En parte por desidia y en parte porque hubo quien se flipó un poco más de la cuenta e intentó convertirla en una plataforma para el resurgimiento del nacionalismo andaluz.
No es de extrañar que, con la migración masiva de usuarios de Facebook a Instagram, también ahí las cuentas de memes viesen un nicho ecológico para medrar. Y así fue. Aunque la explosión fuerte de actividad memera no empezó hasta principios de verano del 2019. Desde entonces y con periodicidad casi semanal aparecen nuevas cuentas. Nuevos actores en la escena compaginan la creación de contenidos con un networking frenético, con la intención de ganar más seguidores y captar la atención de actores más relevantes que el resto. Esto enlaza con la segunda idea que comentaba al principio: la Memesfera no es una comunidad, es una escena.
Una comunidad, en un sentido antropológico, tiende a estar conformada por un grupo de individuos que se organiza de forma más o menos horizontal y que busca cubrir las necesidades de todos sus miembros en la medida de lo posible, cediendo si es necesario en los intereses propios. En la escena las relaciones sociales se capitalizan y los apoyos entre actores casi siempre conllevan unos intereses estratégicos.
El otro factor clave para diferenciar estos ámbitos es el discurso. ¿Utilizáis tú y tus colegas el discurso como reclamo ante un público y para posicionaros en los espacios sociales en que os movéis? Estás en una escena. ¿Es tu discurso un canon ideológico al que te adhieres y que ordena tu cosmovisión? Probablemente pertenezcas a una comunidad (o estés bastante solo).
No hay que interpretar lo que digo como una apología a la comunidad o una crítica a las escenas creativas. Ambas tienen sus pros y sus contras. Las comunidades presentan una tendencia demasiado fuerte a la endogamia y al sectarismo cuando a la peña se le va demasiado la mano con el sentimiento de pertenencia a un grupo. Las escenas, por su parte, permiten bastante más libertad de actuación, de intercambio de ideas y el discurso es mucho más flexible.
La conclusión de todo esto es que esta escena que ahora llamamos Memesfera no debe idealizarse como si se tratase de un fenómeno social único e irrepetible. Seguirá el mismo ciclo vital que casos previos; se consolidará, tendrá su impacto y, eventualmente se disipará o reconfigurará. Los actores que forman parte de ese mundillo se aburrirán del juego social de estrategia al que se han viciado y volverán a su cotidianidad. O continuarán por libre (algunos puede que hasta le saquen algún beneficio). Y otros seguirán orbitando el underground de la cultura online, siendo el nexo de unión de una escena presente y aquella de la que vienen.