Necesitamos una Guerra que saque nuestros corazones de Netflix y nuestras cabezas de todas esas celdas que caben en un Excel. Una explosión permanente que eclipse nuestros problemas de pasta, de salud y de amor, y que nos arroje a todos al mismo sitio: el campo de batalla de la vida.
Imagina: todo el día escondidos con una pistola en la mano. Agachados en supermercados, en farmacias, en parques de atracciones; comiendo patatas vinagreta en cuclillas y rompiendo cristales a pedradas. Despedidas. Pisos francos. Asia.
Piénsalo. Durmiendo por el día, durmiendo por la noche…
Necesitamos una guerra en la que los soldados se mueran de viejos; o no, mejor, que no mueran; que, como dijo Cantona en su discurso de la uefa, la ciencia sea capaz de frenar el envejecimiento de las células, y así podamos disfrutar eternamente de un conflicto que acabe con ínternet y que haga crecer imparables los árboles de Gran Vía….
Fuck dios. Fuck vox. Fuck rosalia. Y que la muerte nos pille – si eso- con mi brazo por encima de tu hombro y mascando chicle.