?????? Percibo en el ambiente un entusiasmo velado, bochornoso, cuando un segurata se lleva a una mujer que había robado dos paquetes de kinder bueno white.
Tres abuelas casi idénticas pero con distinto color de pelo, todas ellas vestidas, eso sí, con el cutre disfraz de la consternación, se me ponen a hablar de la ladrona.
Me dicen que su madre sufre mucho y que si el marido es esto o lo otro… La borracha del pelo rojo se ausenta en medio de la conversación. Lo de borracha lo digo porque llevaba una garrafa de vino y creo que iba a por más. Creo. 86 años.
Se incorpora, en cambio, una mujer con carrito de bebé que asegura haber divisado a la forajida un día «drogándose» in the park. Yo miro al bebé y él me mira con cara de: «mi madre es una mentirosa, pero discúlpala porque su vida es una chasta desde que existo». El reponedor, con el mismo septum desde que empezó la crisis, nos dice que esa «abeja» es la tercera vez que roba en el súper. Ni puta idea de por qué se refiere a ella como «ABEJA». «El Kinder bueno white es la nueva heroína», digo. Todas ríen. Pelo-gris me da un golpe en el brazo como si fuera mi tía-abuela. «Es exquisito, en serio», continúo. Y me pongo en plan cuñao: «Kinder trabaja muy bien el chocolate». Las mujeres cabecean y sus sonrisas se desvanecen paulatinamente. «Tú lo sabes bien que curras aquí», interpelo directamente al reponedor, que ya se había puesto a trabajar. «Ah, sí sí, la verdad que Kinder hace buenos productos. Aunque yo prefiero las chocolatinas esas de Mars». «Eso es una puta mierda cabrón», le suelto. «Se te queda to pegao». El grupo se disuelve rápidamente.
Sí. Lo pasamos bien hoy en el súper.