El día de ayer, el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez aplicó por segunda vez el Estado de Alarma desde la reinstauración del Régimen parlamentario en 1977. Competencias extraordinarias para situaciones extraordinarias. Si la primera permitió al Ejército hacerse cargo de las torres de control de los aeropuertos tras una huelga convocada por los controladores aéreos, en esta ocasión ha supuesto que los Ministerios del Interior, Defensa, Sanidad y Transporte pasen a gestionar directamente servicios que usualmente están a cargo de los gobiernos regionales y locales.
Tras estas dos experiencias ocurridas en la historia reciente, hemos querido conocer cuándo fue la última vez que se aplicó en España un instrumento gubernamental de semejantes características.
Para ello, hay que retroceder nada menos que 84 años, al mes de febrero de 1936. Situémonos. Sexto año de la II República Española. Desde su proclamación, se han llevado a cabo dos legislaturas en un clima de alta polarización y tensión social afectada por el ascenso del fascismo en Europa y la radicalización de las organizaciones obreras y campesinas en el país. Tras tres años de un gobierno conformado por el partido de la CEDA de Gil Robles (lo que sería PP y Vox juntos en la actualidad) y el Partido Radical de Lerroux (algo así como Ciudadanos), se convocan nuevas elecciones.
El Frente Popular, compuesto por republicanos (Azaña) y socialistas (Prieto) gana in extremis las elecciones. Las derechas impugnan los resultados y, liderados por Gil Robles y Franco (jefe del Estado Mayor en ese momento), piden que se declare el Consejo de Guerra. La intención es que el Ejército pase a tomar el control del Gobierno. Pese a las presiones, Portela Valladares, principal responsable antes de la toma de posesión del nuevo gobierno no accede. A cambio, declara el Estado de Alerta, una medida intermedia que supone la anulación de los poderes civiles y políticos de la ciudadanía. Pese a que solo contempla 15 días de aplicación, ésta se prorrogará durante 151 días.
Durante ese periodo, escuadrones falangistas se encargan de generar un clima de caos y desconcierto que permite justificar la intervención militar llevada a cabo meses después. Mientras tanto, altos mandos del Ejército preparan el golpe. Entre los cabecillas de la trama se encuentren el General Mola, destinado a Pamplona, donde cuenta con el apoyo de los carlistas y su cuerpo de choque, los requetés, formados por las tropas fascistas italianas, el General Sanjurjo, con experiencia en África y partícipe de anteriores golpes de Estado frustrados y Franco, ex director de la Academia General Militar de Zaragoza, quien cuenta con el apoyo de jóvenes oficiales y de los llamados africanistas, sección del ejército destinada en el Marruecos ocupado.
Pese a las numerosas evidencias que demuestran la preparación del Golpe, el gobierno de la República se mantendrá pasivo. El 16 de Julio, un grupo de periodistas abordan en los pasillos del Congreso al entonces presidente del Consejo de Ministros Casales Quiroga, preguntándole por las posibilidades de un levantamiento inminente quien responderá: “¡Que se levanten! Yo en cambio me voy a acostar”. Un día después, el ejército se sublevará en África y en diferentes puntos estratégicos de la Península, dando comienzo a la Guerra Civil Española. Tres años después, se instaurará un Estado de Alarma que se prolongará durante 40 años.