[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]U[/mkdf_dropcaps]no de los mejores vídeos clásicos de humillaciones a Misses que luchan por el cetro de la belleza universal se grabó con ocasión de la gala de Miss España 2001.
Siempre me ha parecido enternecedor que introduzcan preguntas de cultura general para intentar camuflar burdamente que nos encontramos ante la cosificación más absoluta del mundo. Sin embargo, lo que ocurrió en esta edición, fue mucho más allá:
“¿Qué sabes de mi país? Soy de Rusia.” -preguntó un ruso con cara de ruso a Miss Melilla. La aclaración demográfica, sobraba. El tufo a vodka que llegaba como rocío mañanero a la pantalla, lo dejaba entrever. Y ese acento que se casca el piojo, propio de sktech de Noche de Fiesta (D.E.P. José Luis Moreno), también. La cosa es que la pregunta encierra una profunda reflexión.
Por supuesto, esa pobre mamarracha no sabía nada y, titubeante y encabronada, simplemente acertó a apuntar dos generalidades -geniales, por otra parte-: “(…) hay gente maravillosa y en el tema de política ha habido algunos cambios. Gracias.” Risitas de todo el mundo, un poco de bochorno y, bueno, a otra cosa. Pero lo cierto, y aquí está la enjundia, es que nadie sabría responder esa pregunta. Y quien afirme lo contrario, miente. ¿Quién coño puede sintetizar en veinticinco palabras lo más relevante de un Estado, con un enfoque diacrónico, sin caer en tópicos, lugares comunes o descripciones sesgadas? El inflamado embajador ruso con una voz gorda de traficante de órganos no pretendía inquirir acerca de nada ni cotejar la cultura general de la aspirante. Sólo quería follarse a Miss Melilla, cobrar lo que carajo le pagasen por estar ahí, y ya está. Pero encendió una llama reflexiva que su alcoholizado cerebro no pretendió.
[Años después sería esa momia a medio cocinar que es Mila Ximénez la que en una humillación semejante se vanagloriaría de conocer cuáles eran las tres carabelas de Colón ante una pobre petarda de Gran Hermano que no tenía el gusto.]
El agravio televisivo omite en la ecuación un factor fundamental: el público que celebra la humillación es mucho más ignorante, siempre, que el humillado. El humillado se enfrenta y vive en carne propia el escarnio; pero el público lo celebra sin ser consciente de que su posición es mucho peor. Escatológico símil: el humillado echa un kilo de mierda por la boca y el público se lo traga mientras se carcajea. Conclusión: el día que ese público abra la boca, echará dos kilos de mierda. Y así, sucesivamente.