[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]C[/mkdf_dropcaps]uando hago videollamadas con mi abuela me pongo a jugar al Call of Duty. El otro día me dijo que adónde estaba mirando, que siempre estoy mirando a otro lado. Yo le digo que estoy trabajando, que miro al ordenador. Que me perdone, pero es que tengo mucho trabajo. Siempre. De lunes a domingo. Concretamente, le digo que estoy mirando a una tabla de Excel. Como no sabe que es el Excel, ya no pregunta más.
Me pregunta ‘qué tal’; yo le contesto que estoy bien, aunque a veces no lo estoy. Y es que a veces en la vida te llega un niño alemán por la espalda y te acuchilla con una frialdad que, en otro tiempo, hubiese sido digna de elogio en su país. El loco mundo del online. Entonces grito en mitad de la conversación: ‘Mecagüendios, puto alemán de los cojones’, ella se queda trambólica por un momento. No se esperaba este giro. Entonces, rápidamente le pregunto qué tal está ella y empieza a contarme.
Me dice que ve mucho la tele, que no se pierde la novela ni un solo día. Todo esto me lo cuenta con un constante sonido de fondo de tiros de todas las armas que te puedas imaginar y unas voces grabadas del juego, que gritan cosas como: ’CAPTURA LA BANDERA’, ‘EQUIPO ALIADO EN PRIMERA POSICIÓN.’ ‘V-2 EN CAMINO’ ‘¡ESTAMOS RODEADOS!’, ‘¡ME HAN DADO!’ ‘ACABA CON ELLOS’. A veces, estas voces tienen acento ruso. Otras, árabe. Otras, no tienen. Es verdad que al Call of Duty no se puede jugar sin sonido. Esto es así. Tienes que tener el volumen alto para escuchar los pasos de los enemigos cuando se acercan; si no, te puede venir un niño alemán por la espalda y ya sabes…
-‘Se escucha mucho ruido ahí, como de pistolas o algo así.’, me dice.
-¡ACABA CON ELLOS!
-‘¿Seguro que estás bien?’
-‘Sí, abuela, pero es que aquí en Madrid todo es un caos con el Coronavirus…’.
-¡NECESITAMOS REFUERZOS!
-‘Ya veo en las noticias que ahí está peor la cosa…’
-‘UVA V AVISTADO’
-‘Está mal, sí…’
-*(Con acento ruso) ‘*DEBEMOS APALASTAR AL ENEMIGO.’
De vez en cuando, giro la cabeza hacia el móvil para comprobar que esa imagen difuminada de color carne y amarilla sigue ahí. Entonces la imagen gana nitidez. Suele ponerse tan cerca de la cámara que lo único que veo es uno de sus ojos y su pelo. Casi nunca veo nada por debajo de su nariz. Podría estar hablándome con la boca llena de sangre y de serpientes, que no me daría ni cuenta. Yo en cambio apoyo el móvil bastante bajo, por lo que el ángulo me coge sobre todo la papada y la punta de la nariz que asoma.
Tras un rato de conversación, nos despedimos, nos damos las buenas noches y nos vamos cada uno a dormir.
-‘Buenas noches, abuela.’
-(acento árabe*) ¡ESTAMOS RODIADOS!
-‘Buenas noches cariño, no se te ocurra salir a la calle.
-Ni a ti. Te quiero abuela.
-‘V-2 EN CAMINO’.
-Y yo.
‘SE APROXIMA PAQUETE DE SUMINISTROS.’
La llamada ha finalizado.