Todo el mundo habla de la robotización del trabajo, pero nadie de la robotización de los trabajadores, o sea, de esa distópica, encorbatada y tecnófila red social que precede a la ansiada conquista de un nuevo curro donde todo es motivación, y coaching, y entrepreneurismo, y sostenibilidad y otro montón de vacuidades hashteadas que constituyen una suerte de neolengua laboral perversa y superpaleta.
Una manera de hablar que nos hace sonreír en nuestras fotos de perfil como si alguien nos estuviera apuntando con una recortada fuera de plano. En efecto, estoy hablando de Linkedin, lo más parecido a un campo de reeducación que hay ahora mismo en internet.