[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]M[/mkdf_dropcaps]e encanta Santa Teresa de Ávila. Hoy en día la juventud relaciona Santa Teresa con un ron venezolano. Quizás si se la leyera más en las escuelas, tendríamos un país donde no existieran políticos electos del nivel de Pedro Sánchez, Ayuso o Irene Montero. Esta última publicó recientemente un vídeo, creo que celebrando su cumpleaños en el Ministerio. Y le traían una tarta. Había muchas mujeres expresándose de forma tremendamente inculta. Una de las hembras confirmaba que la tarta la va a traer un hombre, y otra hembra, bastante robusta, responde: “en este ministerio los hombres ayudan a las mujeres a hacer cosas… es como… muy guay”. Así se comunican, como vulgares pedorras.
Luego se vería también a algún hombre en el vídeo, muy beta, muy blandito. En cualquier momento parece que una de las hembras fuera a decir: “venga, ¡dame la patita!”, y el hombre le dará su pequeñita mano.
Volvamos a Santa Teresa. El volumen de Obras Completas que estoy leyendo empieza con una descripción de ésta, hecha por María de San José: “…tuvo en su mocedad fama de muy hermosa, y hasta en su última edad mostraba serlo. Era su rostro nonada común sino extraordinario, y de suerte que no se puede decir redondo ni aguileño; los tercios de él iguales, la frente ancha e igual y muy hermosa, las cejas de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas; los ojos negros, vivos y redondos, no muy grandes, mas muy bien puestos…”. Juro por Dios que ofrecería matrimonio a cualquier mujer que escribiera así sobre ella misma.
Hoy en día, en Tinder, babeamos por un: “1.61 cm. Feminista. Grado en Derecho ?. Me gustan los gatos ?, viajar ?? ?, el cine ? y el sushi ?”. Vivimos tiempos aciagos.
Santa Teresa no menciona una sola vez en toda su obra las palabras: “empoderada”, “heteropatriarcado” o “construcción social”. Habla de una realidad natural e inmutable, indisponible al ser humano, que rige nuestras vidas, conforma nuestras interacciones y ayuda a entender el bien. Habla de la verdad.
Un sabio turco escribió que “cada invierno tiene su primavera y cada noche tiene su mañana” y “que el infierno sea para los crueles”. Seamos la vanguardia de la tradición, enemigos de la modernidad.
La verdad existe, es absoluta, nunca relativa, y siempre prevalece. Somos presos de las leyes naturales y a ellas nos debemos. La política basa en esencia la arbitrariedad de sus leyes y decisiones en un positivismo autorreferencial carente de legitimidad, y eso produce injusticia y tiranía en nosotros, la comunidad.
Y en estos momentos de confinación, aprovechemos para armarnos moralmente y conocer qué es la verdad y quiénes son sus enemigos.