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[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]L[/mkdf_dropcaps]as biografías de Tinder en las que Soltera Dulce 23 parafrasea a Alicia en el país de las maravillas al reconocer que está loca “pero que las mejores personas lo están” han hecho muchísimo daño.
Estar loco, escupir fuego por la boca, creer que eres un elfo o que te guste el balonmano no está bien; por más que lo diga el conejo retrasado de Alicia o el pesadísimo de Ángel Martín.
Llevo una semana leyendo a los representantes de la escolástica moderna hispanoamericana (Cristina Pedroche, Risto Mejide, Wendy Sulca), glorificando que Ángel Martín haya escrito un libro sobre las voces que oye o que oía o que oirá como consecuencia de haberse metido toda la droga. Hay que parar esto.
Reconozco que, en parte, es personal; y es que cada vez que oigo cómo este señor de 40 años sigue con el rollo ese que lleva 50 años interpretando, simulando que todo se la suda con una ironía jodidamente artificial, siento un sopor terrible que acaba con violentas voces en mi cabeza que me obligan a tirar el móvil por la ventana, comer yogur griego compulsivamente y darle un caramelo de menta a Ángel Martín y acariciarle su rugosa calva mientras le susurró “ya pasó”.
Vamos a dejarlo claro: no vas a ayudar a nadie, porque tu testimonio tiene de terapéutico para un loco lo mismo que la carta de McDonlad`s para un diabético. Contar esa vaina en un libro tampoco es que sea un acto de valentía y admiración comparable a salvar un montón de ballenas. Es sacarte unas pelas y que el coach BOBO de tu Instagram suba una reel fardando de que se ha leído un libro que no se titula “QUIÉRETE”.
[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]E[/mkdf_dropcaps]s complicado digerir la agria sensación que te provoca un pobre diablo disfrazado de Anuel lanzándote billetes a la puta cara con una pistola diseñada exclusivamente para eso: tirar dinero con estilo. Todos sabemos de qué hablo: “¿Quieres ser tan afortunado como yo? Desliza hacia arriba y descubre cómo”.
Estaría bien deslizar hacia arriba y verle en su piso de 30 metros cuadrados abroncando a su perro salchicha por meter el hocico en su plato de fabada. Estaría bien que, resignado, le regalara la comida y se pusiera a cocinar otra cosa. Que luego sonriera al verle devorar semejante manjar humanoide. Y que una chica por detrás le sorprendiera con un beso y se tumbaran en el sofá para ver una película en Filmin.
Que comieran del mismo plato, que discutieran sobre autores, movimientos, política, amor… Que se pusieran a imitar a amigos en común y que por fin se quedaran dormidos, uno sobre el otro, amontonados, como dos gatos recién nacidos. Y que al final no vieran ninguna peli; pa qué.
Estaría bien eso: el swipe up más honesto de la historia. Swipe down bro <3
[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]L[/mkdf_dropcaps]a ventaja de que me coma las pelotas el debate cortarollos “Monarquía vs. República”, estriba en que puedes analizar la realidad sin los ojos trucados del hooligan. No obstante, dado que normalmente los charlatanes tocacojones andan del lado republicano, aquí unas notas para ellos:
Posiblemente tu argumentario descanse en la aseveración Mr. Wonderful de que en una democracia avanzada no puede ostentar la jefatura del Estado un payaso por derecho divino, sino que deberías poder elegir a tu payaso. Sí y no. Date cuenta de las decisiones trascendentales que tomas a lo largo de una legislatura. Efectivamente, cero. No te lleves las manos a la cabeza por una cuestión institucional que escapa a tu día a día cuando hay 475 temas más inmediatos en los que deberías tener voz y no la tienes. Prioriza tu llorera.
Cada “x” años puedes votar a un partido que defienda el republicanismo con esas ganas absurdas con las que lo haces. Si sois mayoría, a través del cauce constitucional, podréis cambiar la jefatura del Estado. No hace falta que pidas un referéndum cada vez que salta una noticia monárquica. Vota y deja de pedir consultas, que te recuerdo que hay 475 temas más inmediatos para los que no se te ha ocurrido pedir una consulta. Si sois más, se cambia. Si no, te esperas.
No es por ser agorero, pero la República fue mal. Spoiler: 1931-1933. No idealices tanto esa mierda, de verdad. No era para tanto.
Los Morancos tienen el doble de votos que tú. Antes de echar sangre por la boca por el mantenimiento de una caduca institución medieval, ten en cuenta que la democracia trae consigo males endémicos mucho más apocalípticos.
Posiblemente te escueza que nuestro Putero Real haya aceptado un regalito de 65 millones de euros. Ok. Cuéntame qué tal te ha sentado que los pazguatos de Griñán y Chaves afanaran 680 millones de euros de los ERES de Andalucía para, principalmente, coca y putas. El Dr. Perogrullo saltará con que “una cosa no justifica la otra, blablablá” pero me juego el nardo a que esa trama te ha dado bastante más igual que el regalito a JC, ¿eh? La sorpresiva pero predecible doble vara progre de medir.
Sí. Tienes razón. Hay más motivos para atizarles a los monárquicos que a los republicanos; pero insisto: dan mucho menos por el culo en las RRSS que tú, y eso se agradece muchísimo.
[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]H[/mkdf_dropcaps]ola, mi nombre es Danel (con acento en la A) y soy un memero vasco. Abro este artículo con una presentación porque los asuntos que voy a tratar en él son principalmente personales y únicamente basados en mi historia y mi percepción de la realidad. Añado, ahora que aún estoy a tiempo, que soy una persona profundamente ignorante en lo que respecta a asuntos de geopolítica, política y geología. Y más cosas.
Aprovecho también para apuntar que hay un asunto que me es particularmente ajeno e inquietante en la ecuación de la política global: El patriotismo. Desde pequeño me ha parecido que el patriotismo es un sentimiento subjetivo, puramente cultural y arbitrario, y que quienes justifican las acciones de un país sin ir más allá de “es mi país así que estoy a favor de lo que hacen” quizá necesitarían dar una nueva vuelta de tuerca a su proceso de valoración del bien y el mal. Dicho esto, voy a contaros la historia del primer día en el que me sentí representado por mi comunidad autónoma, por su idioma y, lo que es más importante, su sentido del humor.
Más allá de lo que ponga en mi DNI, nunca me he considerado español. Conviene subrayar que del mismo modo nunca me he considerado vasco, por lo que he dicho en el párrafo anterior, pero mi conexión con el País Vasco siempre ha sido si acaso más débil que la que haya podido tener con ninguna otra comunidad. Ninguno de mis padres sabe euskera, ni yo lo he hablado nunca fuera del instituto. A día de hoy, mi nivel de inglés es bastante superior a mi nivel de euskera, lo cual algunos consideran triste, aunque yo creo que es simplemente más práctico. Como aspirante a lingüista, creo que el euskera es un idioma preciosamente complicado que será objeto de estudio durante décadas en el futuro, pero, si se me permite la analogía, no creo que sea un pick viable en el metajuego lingüistico contemporáneo.
Una vez aclarado el asunto de que no guardo ningún tipo de conexión emocional con mi comunidad autónoma ni con su idioma, nos trasladamos a abril de 2019. Una noche, me había reunido con unos amigos para jugar unas partidas de Dungeons and Dragons, y mientras hurgábamos en los restos de las patatas fritas de la cena, uno de ellos me pasó el móvil y me dijo:
1. Mira esto, la está petando
Esta fue mi primera conexión con el fenómeno de la Euskal Memegintza. Para los que se lo estén preguntando, en euskera, el sufijo “-gintza” viene del verbo “egin” (hacer), y significa la labor o el arte de hacer algo, en este caso, memes. Después de esta lección espontánea de etimología vasca, os voy a explicar lo que sentí al ver aquella foto, que por cierto, es la que encabeza este artículo.
Por aquel entonces, yo era un fanático de los límites del humor, igual que soy ahora, y cualquier mierda DANK, DEEP FRIED, o CURSED que me echases a la cara me hacía dar saltos de alegría, pero… ¿EN EUSKERA? Eso era un mundo nuevo. La foto en cuestión (Y THO) consiste en un juego de palabras trilingüe (Y THO se traduce como ¿pero, por qué? al español, la conjunción española, y se traduce como eta al euskera, y esas son las siglas de una conocida organización terrorista, lo que nos da una traducción final de pero… La E.T.A…) acompañado por una imagen potentísima en la que se ridiculiza la apariencia de un miembro de la banda terrorista E.T.A. El sentimiento que esta imagen despertó en mí fue tan intenso que, siempre que alguien me lo pregunta (es decir nunca), digo que este meme en concreto fue lo que me hizo decidirme por ser otro creador de cibercomedia.
Hasta este momento, para mí “humor” y “vasco” no podían ir en la misma frase, más allá de la comedia de situación típica de la ETB, con programas de media tarde ácidos y politizados como vaya semanita, que décadas después de su fin sigue siendo un referente sobre cómo los vascos solo hemos podido reírnos de una cosa desde siempre: De otros vascos. Esto era diferente. Esta foto, y otras obras maestras de creadores como @komandoalboka, @esoteric.txo o @atractive.smithers abrían la puerta del humor más moderno, de las referencias oscuras y las burlas astutas de la corrección política, y liberaban a la comunidad vascoparlante de una cruz que llevaba arrastrando mucho tiempo: la comunidad vascoparlante.
Estos chistes no rendían cuentas ante nadie, no buscaban ser entendidos por nadie, eran tan punk como estúpidos, y básicamente representaban los valores del shitposting a través de la cultura y el idioma vascos, lo cual es en sí un acto de shitpost. Eran viñetas crípticas y mordaces en euskanglish que aludían a elementos ya oscuros para los propios vascos, y que abrieron un nicho en la intersección del humor político y el humor absurdo.
Algo que posiblemente desarrolle más adelante en este artículo es como, desde varios puntos de vista, el humor vasco ha tenido siempre un tratamiento especial. Los vascos, a nivel nacional, son tratados como salvajes, aislados en las montañas, que parten troncos y levantan piedras por diversión. Gente fría, que mantiene siempre 3 metros de distancia con o sin pandemia, y que solo se entienden entre sí. Gente pendenciera que no dudará en ponerte una bomba en casa si te pasas de la raya, porque nos enseñan a fabricarlas en clase de plástica.
Evidentemente, todos estos principios serán los que asienten las bases de la eclosión humorística que ocurre en 2019, porque son todos verdad.
2. Yung beef memero vasco
Probablemente lo más bonito del fenómeno de la memegintza es como el boom de este humor tan turbio y en principio incomprensible traspasó las barreras culturales y lingüísticas y llegó hasta el puñetero Yung Beef. Una vez más, lo último que buscaban los memes vascos era hacer “humor vasco”, más bien reírse de esto último, con un uso de las referencias y la edición extremadamente avanzados para la escena peninsular Dank del momento. (Voy acuñando todos estos términos sobre la marcha, soportadme porfa).
La violencia y lo incomprensible son dos pilares fundamentales del Shitposting: a veces nos hace gracia sólo lo que no entendemos, y aunque se le pueden dar mil interpretaciones políticas más profundas, uno de los mayores logros de los memeros vascos fue hacer reír a gente MAKETA (no vasca) con chistes que originalmente no eran comprensibles ni para los propios vascos. Sobra decir que el reconocimiento de este artista desencadenó una pequeña ola de basque trap memes, que nunca llegó a ser más que una anécdota, pero que nos deja hitos musicales como Latiguera y abertzale del artista Mitto Koronkon, que personalmente considero muy disfrutable.
3. Euskadi Ta Alaitasuna
Hablar de Euskal memegintza sin hablar de E.T.A es como hablar de historia sin mencionar los numerosos genocidios de la cultura occidental: Se puede hacer, pero queda feo.
Evidentemente, a pesar de que este movimiento catapultó el humor vasco por encima del marco en el que llevaba años encerrado, siguió habiendo creadores que querían pronunciar sus opiniones políticas, profundizando con nuevos enfoques en problemas que aún no habían llegado a resolverse. Páginas como @bilbadotarra, @mc.eto o el propio @komandoalboka harán leña del árbol caído que durante años ha bloqueado el camino de Euskadi en campos como la comedia, la política, o la comedia política.
La noche en la que mi amigo me mostró lo que eran los memes vascos, desarrollamos dos teorías entre los dos. Cabe aclarar que nos habíamos fumado unos cuantos porros y que, sobre todo yo, no tengo ni idea de política ni de nada relevante del mundo que me rodea, lo cual debería ser evidente porque este es el segundo artículo que escribo sobre LOS MEMES.
Lo primero en lo que pensamos era que esta corriente era en realidad una estrategia de los proetarras para intentar hacer un lavado de cara a la banda terrorista y convertirlo en algo moderno y hip que atrajera a los jóvenes, pero esta idea se descartó muy rápido, porque en ningún momento se aplaudían los actos de E.T.A de manera no irónica.
La segunda teoría era que quizá la única manera de liberar a los vascos de los grilletes de su pasado político era mediante la estupidez y la rebelión. Principios ya explorados en el pasado por grupos punk como lendakaris muertos establecían lo siguiente: La única salida es hacia delante. Tenemos que recordar los errores del pasado, pero no tiene sentido vivir censurados toda la eternidad, menos aún cuando cada día se perdonan y se suavizan más corrientes ideológicas derivadas del fascismo. Si España puede reírse de y con Franco, Euskadi puede reírse de y con E.T.A. El manifiesto descarado y rebelde de un humor estúpido y recargado abrió paso a un humor más racional y crítico, a un verdadero humor político vasco que no tenía que temer o medir sus palabras en todo momento. La comedia sirve para canalizar emociones, para burlar los aspectos espinosos de un tema y buscar un lugar en el que todos podamos reír, ya sea a costa del vecino o de nosotros mismos, buscar un espacio en el que dejar a un lado nuestras diferencias y afrontar problemas de manera asertiva, comprensiva y sencilla. El País Vasco estaba buscando una abertura por la que respirar, una vía por la que pronunciarse sin miedo al rechazo inmediato, y una vez esta primera ola abrió la veda, muchos otros entraron a poner sobre la mesa cosas que hasta entonces sentían que no podían decir con libertad.
4. Ahí va la hostia, Franco.
“Ocho apellidos vascos” es probablemente la muestra más violenta y gráfica de la asimetría de licencias humorísticas entre el País Vasco y el resto de España. No me molesta citar a @komandoalboka por tercera vez en este artículo, ya que sospecho que sus administradores forman parte a su vez de muchas otras cuentas de memes vascos, pero sobre todo por la genialidad con la que la próxima imagen muestra lo que voy a defender:
Alguien le tenía que decir a los españoles que Dani Rovira no es gracioso. Alguien le tenía que decir a los españoles que “vascos parten troncos y hablan fuerte” está al mismo nivel que “andaluces duermen siesta y hablan mal”, sin contar las implicaciones políticas.
Esto no es una crítica personal a Dani Rovira, que es un artista con mucho salero y mucho arte y más cosas que no tienen traducción al euskera porque son conceptos totalmente desconocidos para nosotros, esto es una crítica a una audiencia que aplaude sin pensar comedia únicamente basada en estereotipos culturales que bordean el racismo. Es cierto que los españoles tenemos una cultura muy arraigada del humor “autocrítico” y de reírnos de nosotros mismos (como ejemplo cualquier serie de televisión que haya triunfado en los últimos 50 años), pero en cuanto a los vascos esto cobra una verticalidad distinta.
Un español que se ríe de un estereotipo vasco no está haciendo autocrítica, no está ridiculizando su propia cultura, está haciendo un chiste fácil que llevo oyendo desde que tengo 6 años. No digo que lo contrario esté justificado, simplemente un vasco que se ríe de un español, o lo que es mucho mejor, un vasco que se ríe de cómo los españoles se ríen de los vascos, es algo más novedoso, menos explotado, y con implicaciones políticas y sociales más profundas, por no mencionar la terrible diglosia lingüística que ocurre entre estas dos comunidades, lo cual favorece al bando minoritario. Así que puede que sí esté un poco justificado. Pero volviendo a los M3M3S:
5.XolomoGangsta: The outcast
En mi DNI pone que soy español, no sé si lo he dicho. En el mío y en el de gran parte de los vascos. Quizá sea por eso que compartimos este sentido de autocrítica y de hastío frente a nuestro propio modo de vivir, o quizá sean simplemente cualidades inherentes a cualquier ser humano con más de medio dedo de frente.
Un principio fundamental de la comedia es este: No puedes vivir del mismo chiste eternamente. Aunque innumerables páginas de contenido político o referencial intenten llevarme la contraria, es imposible explotar eternamente un mismo esquema de humor y pretender que tu audiencia crezca. En el mejor de los casos, si encuentras una fórmula que funciona, puedes repetirla hasta alcanzar el rango máximo de su potencial, y después mantener esa misma audiencia contenta durante un tiempo indefinido. Cómicos como Chiquito de la Calzada o Leo Harlem han construido carreras enteras sobre la base de que hablan rápido y cuesta entenderles, pero lo bueno no dura para siempre.
@XolomoGangstak encontró una fórmula mágica, y es algo de lo que siempre he querido hablar como aficionado de la comedia: El valor fonético de las palabras y el amor por las drogas.
Si escribo frente a ti las palabras Fully Txirulas junto con la imagen de un politoxicómano al borde de la muerte, un poco de conocimiento de inglés te bastará para saber que el término Txirulas guarda algún tipo de relación con las drogas. Lo cierto es que no. La traducción literal sería “flauta”, y, pese a que es una expresión bastante popular en Euskadi para referirse al pedo o a cualquier otro estado de conciencia alterada por consumo de estupefacientes, es difícil saber hasta donde los memes de Xolomo eran graciosos por decir Txirulas y hasta donde la propia palabra era graciosa solo por salir en los memes.
El caso es que esta combinación de videos graciosos que buscabas en youtube en 2011 sobre hostias y borrachos y alguna frase que sonase graciosa por amasar palabras en “euskera” que hicieran mención a salir de fiesta y esnifar cocaína fue durante MESES el único contenido que la página publicaba, sin dejar de crecer. De lo que pasó a continuación hay varias versiones.
Algunos dicen que por envidia, otros que por clout, y otros que por genuino hartazgo hacia la repetición ad nauseam del Txirulas y el Morangas, pero a principios de 2020 prácticamente toda la escena de la Euskal Memegintza comenzó un Raid masivo para ridiculizar el contenido de Xolomo, desde las palabras inventadas hasta el euskanglish, pasando por el abuso de referencias al consumo de drogas y a la repetición incesante del mismo esquema de chiste. ¿Tenemos los vascos sentido de la autocrítica? Sí. ¿Vamos a escuchar críticas de maketos que nos digan qué podemos decir y qué no? Evidentemente ni de coña. Numerosos factores nos han colocado históricamente en una situación que nos obliga a responder por crímenes como si estos hubieran sido cometidos por todos nosotros y en el nombre de todos nosotros, se nos pide corrección política y memoria histórica, cuando hay calles en España con nombres de quienes mandaron perseguir y asesinar nuestra cultura. I don’t want to get all political, pero la Memegintza demostró que los vascos, al igual que el resto de comunidades, tenemos derecho a dar nuestra versión de la realidad, y a confrontarla en igualdad de condiciones junto con todas las demás.
Los vascos tenemos un lugar para una comedia progresista, politizada y relevante, para una comedia moderna, oscura y conceptual, para una comedia libre de estereotipos y ataduras, y aunque también tenemos un lugar para reírnos de lo relatable que es pillarse una buena Txirula, reducir el impacto de este movimiento a viñetas vagas y repetitivas sobre meterse speed y hacer el burro hubiera sido un crimen imperdonable.
6.Créditos finales
A día de hoy, @XolomoGangstak sigue siendo un creador de éxito, cada vez menos repetitivo, y a pesar de que el término Memegintza ha quedado ya obsoleto y carente de significado, de vez en cuando encuentro en mi móvil alguna viñeta que me lleva a ese momento en el balcón de mis amigos, que resucita en mí el sentimiento de que realmente formo parte de una comunidad, y de que como tal tengo algo que decir.
El resto de participantes de la ola se ha dispersado en varias direcciones, con @bocalaberinto dejando de lado casi completamente el elemento vasco en su frenético shitposting latino, @atractive.smithers buceándo en la mierda satánica de la comedia conceptual Dank y elevando los límites de lo absurdo a lugares que personalmente me dan escalofríos, y @Komandoalboka reducido a un repositorio de chistes que, pese a que mantiene la esencia que lo hizo diferente en su día, para nada continúa publicando con la misma intensidad. Pero bueno, eso le pasa a todo el mundo. Finalmente, los autores más moderados y más “normales” en su delivery de chistes políticos como @mc.eto o @bilbadotarra han encontrado un nicho que desde hace tiempo hacía falta llenar, y no tienen nada que envidiar a las cuentas de humor político a nivel nacional.
El auge de la Memegintza tuvo un mensaje claro: “tenemos una voz, y tenemos derecho a usarla, y a decir estupideces, y cosas no tan estúpidas”, y estoy tremendamente agradecido por todo esto, ya que fue la razón por la que escribo estas palabras hoy.
[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]Q[/mkdf_dropcaps]ue la violencia estatal adquiera identidades y formas de violencias civiles no tiene guasa
La cadena de inferencias:
Guy Fawkes, conspirador que intentó dinamitar el parlamento inglés en 1605
Alan Moore, anarquista que rescató el personaje para su novela gráfica, V de Vendetta, en 1982
V de Vendetta, también película distópica y con tono de blockbuster que al menos agitó conciencias en 2006
Anonymous, comunidad de hackers y unas cuantas cosillas más que por la película adopta la máscara de Guy Fawkes como símbolo en 2008
Bien… en el 2020 se rompe cualquier coherencia del caos; Jusapol, sindicato policial con elementos neofascistas se manifiesta delante del parlamento español con esas mismas máscaras,que nos devuelven al origen de todo en la conspiración de la pólvora. Epítome del apropiacionismo, burricie colectiva o ignorancia ontológica de la policía. No he encontrado un solo indicio para decantarme por una de esas tesis, así que ustedes pueden asumir las tres si muestran benevolencia con que las imágenes de anteayer sean una expresión apropiacionista dolosa. Y no es precisamente poca benevolencia.
Las cámaras nos situaron frente al Congreso con unos policías vestidos a lo black blockjunto a la citada mascarada, que siempre viene bien para lo de «no face no name», eterno aforismo del mundo ultra. Cantaban consignas, petaban bengalas y rompían el cordón de seguridad en una pantomima con sus «compañeros» jamás vista. Pero es que la convocatoria no era menor. Lean las instrucciones y arenga: «Ropa negra, logos Jusapol, capucha, pasamontañas o bragas negras u oscuras, máscaras de Anonymous, chaleco identificativo policía o guardia civil, grilletes (al ser posible particulares), bengalas o cohetes, silbatos, tambores, bocatas y bebida (no sabemos qué va durar). Se pide contundencia, tanto como respeto a los compañeros que están trabajando, sobra decirlo. LA HISTORIA SE ESCRIBE MAÑANA, NO ES TIEMPO DE COBARDES». La negrita es del que escribe, las mayúsculas y los paréntesis afortunadamente no.
DRAMA
El primer acto del teatro se representó en una masa becerril empujándose, siempre en ensayada coreografía, con sus compañeros uniformados, porque recuerden que se pedía contundencia a la vez que respeto. En el segundo acto los enmascarados simulan romper el cordón de simulada seguridad, tiran vallas, toman posiciones delante de la escalinata mientras a una reportera le da un cómico ataque de ansiedad y se quedan allí, ociosos, extrañados, descubriendo que solo en esa ocasión no hay enemigo en las calles. En el tercero se echa el telón cuando unos cuantos se desperdigan y, pueden ver el increíble vídeo de la Cadena Ser, otros tantos comienzan a bailar al ritmo de Bella Ciao que enchufan en un amplificador. En sus gestos hay algo de que la música sobre partisanos no les convence, un mecanismo freudiano que les dice que quizá aquello es una broma pesada, pero mueven las caderas. Si es de interés a estas alturas, se supone que pedían equiparación salarial entre los cuerpos policiales del estado.
La performance se quedaría en la carcajada, de no ser porque revela una verdad templaria: las unidades de intervención policial siempre han sido el grupo ultra más peligroso de la Primera División. Y ahora es la época del «¡a por ellos!» y «¡que nos dejen actuar!». Pero que la violencia estatal adquiera identidades y formas de violencias civiles, siempre en frustrada legitimidad para el gran público desde más allá de 1605, tampoco tiene guasa. Porque hasta en su propio sistema juegan con cartas marcadas. No sabemos si la próxima vez aparecerán con las hoy codiciadas mascarillas —icono en los desplazamientos de los tifosi ochenteros— y camisetas del 1312, pero sí que se repetirá el mismo balance: 0 detenidos, 0 golpeados, 0 multas por infracción de la Ley de Seguridad Ciudadana; en definitiva 0 vidas arruinadas. Ahí, en el Congreso, donde hace un año esos mismos policías uniformados de la coreografía sí reprimieron la protesta de los pensionistas.
[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]E[/mkdf_dropcaps]go descomunal, neoliberalismo de trinchera o comicidad en la amenaza y el insulto, son algunas de las afiladas armas que Don Federico porta entre sus dientes desde hace ya casi 20 años.
Federico sube todos los días unos 7 vídeos de 45 minutos con una media de 40.000 visualizaciones. No, no es el enunciado de un problema de matemáticas, sino más bien el resultado de lo que “un progre al servicio de la tiranía narco-comunista-separatista” denominaría como problema social, mediático, estructural, lo que sea. Un problema, en todo caso.
Y es que para muchos oyentes millennials y de la generación z, lo que empezó por las jajas terminó en una culpable adicción a un señor de metro cincuenta con vocación kamikaze para enfrentarse a poderosos de toda índole, especialmente si éstos se encuentran en el fragmentado arco de «la izquierda”; esa vetusta religión civil en la que nuestro hombre militaba “cuando era gilipollas” hasta que en un viaje a la China entendió que “aquello era una cárcel”. O eso le dijo a Bertín.
Ego descomunal, neoliberalismo de trinchera y comicidad en la amenaza y el insulto; suena a trap 2016, pero éstas son solo algunas de las más afiladas armas que Don Federico -así le llaman contertulios e invitados- porta entre sus dientes desde hace ya casi 20 años.
Federico es el germen de los resentimientos sociales latentes, la expresión del superego neoliberal, un colérico pinchazo cargado de actualidad en cualquier parte de tu cabeza; es trap antes del trap. Sus lyrics ya funcionan mejor en youtube que las de la mayoría de traperxs españolxs. La semana pasada se volvió a meter en #tendencias con una entrevista a Abascal. Es algo que últimamente le sucede bastante. Además, se trata del único locutor radiofónico con una presencia regular en la memética de la generación z.
Los hay que pensarán que esto es un peligro; pero lo verdaderamente peligroso -o más bien preocupante- es que no exista un Federico de izquierdas en un contexto informativo atravesado por los memes, las exigencias de la viralidad, el auge de los (anti)relatos emocionales, las fake news y el merecido descrédito de la prensa tradicional.
Política entretenimiento
En el capítulo de El Momento Waldo de Black Mirror (esa serie que nos muestra con implacable lucidez el reverso tenebroso en los usos de las nuevas tecnologías) un muñeco azul de naturaleza volcánica conecta con la indignación del personal a través de la ironía y la mala ostia. No tiene apenas discurso, pero Waldo (así se llama) pronto dará el salto de la tele a la política y su fenómeno terminará extendiéndose por todo el globo, como el coronavirus. Una clara alegoría hiperbólica de lo que Ramin Jahanbegloo denominó la trumpización de la políticaen un artículo de El País.
Es lo que hay: los medios y la industria del entretenimiento han suplantado a la ideología. Ya no hay un gran metarelato capaz de explicarlo todo, sino más bien identidades que se construyen en torno a micromitos (como el de Federico) que nos remiten apasionadas certezas sobre cuestiones como el independentismo o la condicción sexual de Espinosa de Los Monteros.
Asimismo, en el libro La era del enfrentamiento (2019), Christian Salmon afirma que la época del storytelling en la política (Obama) ha dado paso a una nueva forma más eficaz de llegar a los votantes (y oyentes): el enfrentamiento. A la gente ya no le basta con informarse, también necesita cabrearse; cabrearse y reírse. Por eso estás leyendo Mundo Gris y no, qué sé yo, El País.
Salvo en esporádicas excepciones -como las de Eugenio o Mariano Rajoy-, el humor envejece MAL
Hace años me preguntaba por qué el carca común se enternece al ver a cómicos en desuso cuando por un momento vuelven al fogonazo de la actualidad en galas de Comunidades Autónomas o en un show de homenaje a otro coetáneo recién embalsamado que en algún momento de la posguerra fue trend topic en el canal único. Hoy lo he entendido al ver esta fotografía.
Podría ser la “Orquesta Deca Dance”, la foto finish de una carrera de alcohólicos anónimos o la imagen de archivo de la Policía Nacional de tres presuntos pedófilos (que igual luego se demuestra que nah de nah, eh… que igual los absuelven). Pero no, sólo son cómicos que un día fueron cómicos y que han caído en ese cementerio de elefantes que conforma el humor vintage.
He entendido de qué va esto, decía, porque veo esa captura con ternura. Recuerdo a Flo en El Informal, a Mota en los primeros gags de Cruz y Raya y a Santiago Segura en… Bueno, la verdad es que Santiago Segura siempre me ha parecido repugnante; pero bueno, a los otros dos los recuerdo con simpática nostalgia.
Sin embargo, imagino ser un hijo del trap de la generación Z, ver a estos tres y preguntarme: ¿quiénes son estos putos estanqueros? E incluso imagino ver, en el contexto actual, cualquiera de sus mejores momentos y preguntarme: ¿quiénes son estos putos estanqueros? ¿De verdad esto hizo gracia alguna vez? Pues sí, la hizo. Quizá a ti no. Y a mí, ahora, tampoco. Pero a mi yo de antes, sí.
La música, la literatura… casi cualquier manifestación artística, si carga una calidad genética, aguanta el paso de los años. O incluso le viene bien. Pero ay, amigo… El humor, no. Al humor le va fatal el tiempo. Y su caricatura grotesca, su manifestación más decadente, ruinosa, nociva, terrorífica, viciosa y pobrediablesca tiene un nombre: LOS PAYASOS. Y un atributo: ALCOHÓLICOS.
«Me encantaría conocer a ese grisáceo oficinista que siempre te hace una broma horrorosa por la mañana mientras enciende su HP y, muy nerviosete él, entra en la web a ver si han publicado ya el top 10 de mortajas para la primavera-verano 2020«
La existencia de la revista “¡ADIÓS!” [ http://www.revistaadios.es/ ] sería un hito del humor negro patrio si no fuera por el detalle de que es una publicación con vocación reflexiva -excepto para el mamón que decidió llamarla así para contraponerla al ¡HOLA! que en los 90 compraban las mamás para paliar esa necesidad aún sorda de empoderamiento-.
Evidentemente, su leitmotiv es la muerte. Y los titulares -verídicos y escogidos al azar-, de su edición digital, son del siguiente tenor:
“-Funermostra, la Feria Internacional de Productos y Servicios Funerarios de Feria Valencia, ha fijado ya las fechas de su próxima edición, que se celebrará del 19 al 21 de mayo de 2021.
-Un libro pone al descubierto los secretos de la Cámara Sepulcral de Toya (Jaén).
-Adiós a Hilario Martínez Nebreda, poeta. 74 años.”
Que sí. Que lo saludable de normalizar la muerte ya ha sido abordado, no con poco rigor, por Platón y más tarde por Cicerón y más tarde por blablablá y así hasta Ortega Cano. Pero no nos engañemos: es bastante creepy abonarte a la suscripción mensual de una revista donde lo mejor que puedes encontrar son las nuevas tendencias en el merchandising mortuorio con el que enterrarás -Dios mediante- a tu abuelo, la new wave de maderas de roble sobre las que surfearás en tu trasvase edénico o, con suerte, el obituario de alguien que se asome a los infiernos como si saliera sorpresivamente de una tarta de celebración a la fiesta de LA NADA.
Lo más escabroso, sin embargo, es que la web tiene sección de concursos donde se incluyen los «tanatocuentos» o los «cuentos infantiles». Qué jocosamente turbio se mire por donde se mire, coño. Qué Tim Burton con dos whiskys. Qué Michael Jackson en Halloween. Qué Sánchez Dragó en el sudeste asiático.
No puedo evitar imaginarme al pequeño Byron, de Cuenca con sus tiernos seis años y su confusa relación con el iPad, enseñándole a su madre un relato sobre la transición mística del cuerpo terrenal para ver si gana un viaje para toda la familia y el iPad al cementerio de Montmartre.
Y llevaba unos días pensando que me encantaría conocer a alguien que coleccione esta revista o que visite con asiduidad la web para dejarle claro que es un puto psicópata, pero nada.
Me encantaría conocer a ese grisáceo oficinista que siempre te hace una broma horrorosa por la mañana mientras enciende su HP, pospone la actualización de Windows y, muy nerviosete él, entra en la web a ver si han publicado ya el top 10 de mortajas para la primavera-verano 2020.
Mientras tanto, he abierto el tridente infalible “Instagram-Tinder-Adiós” y he leído el siguiente titular: “Muere un hombre en su domicilio de un infarto y su hija fallece también de un paro cardíaco al verlo”. Por inercia le he dado un like. Creo que hemos hecho match, o algo así. Yo qué sé.
El FBI ayudó a un adolescente con autismo a unirse al Estado Islámico
El 18 de diciembre de 2023, el joven Humzah Mashkoor Had estaba a punto de cumplir el sueño de su adolescencia: formar parte del grupo terrorista ISIS.
Un sueño que se frustró cuando los agentes del FBI interceptaron al joven Humzah mientras leía “El diario de Greg”. Una imagen totalmente contraria a la que se espera sobre un potencial terrorista, y es que a pesar de que prestó juramento para unirse al estado islámico en 2022 con solo 17 años, y contar con más de 2 años de pruebas de todo tipo, el Departamento de Justicia y el FBI no cayeron en un detalle importante:
Humzah sufre de un autismo severo y depresión.
Tal como escribió en numerosas ocasiones a los agentes infiltrados del FBI (a los que trataba como camaradas), la soledad con la que vivía y la incertidumbre hicieron que abandonase el último curso de secundaria para unirse al grupo terrorista.
«Una vez que vaya no habrá vuelta atrás, lo dejaremos todo… nuestra familia, nuestros amigos, todo por el bien de Allah. La vida no será fácil, seremos extraños fugándonos de lado a lado. Odiados por todo el mundo».
La noticia sobre la detención de Humzah Mashkoor ha abierto un encendido debate político, donde la opinión pública cree que las técnicas del FBI para recopilar información sobre potenciales terroristas o células solo genera más casos de “Lobos solitarios” y un gasto innecesario de recursos cuando, independientemente de la edad del acusado, suponía un peligro terrorista para los Estados Unidos de América.
Nadie puede dudar de que esta portada merece una tesis doctoral o, por lo menos, ser el leitmotiv de una redacción de inglés de 2º de ESO en un colegio concertado.
“Volumen 4” representa el inicio de la etapa de madurez del autor, dejando atrás el vanguardismo de los volúmenes “1, 2 y 3”, que según las capturas de Google Imágenes contenían chistes de valencianos, pasotas o extranjeros, propios del Arévalo más intimista. Estamos, ahora, ante su obra más autobiográfica -podríamos decir-, en la que su relación epistolar con Clementina, una burra del establo que tenía en la casa de sus tíos, empapó la retórica de su producción en este ciclo.
La estética de Arévalo en esta pieza recuerda vagamente a la que tendría un vampiro de Aguilar de Campoo (Palencia) a mediados de los años setenta. Esa mirada que oscila entre el conferenciante agrónomo y el boquiabierto tonto del pueblo se complementa con una deliciosa sinergia gestual de cantante de boleros en karaokes. El cigarro es Marlboro, con casi total seguridad.
La relación de alicientes que ofrece el cassette presenta un abanico de preguntas rigurosas. El contexto de la época era el que era, ok. Y que el humor del chiste clásico estriba, casi siempre, en la caricaturización de minorías es algo que aquí no vamos a discutir. La cuestión es: ¿por qué los camioneros eran una minoría risible? Los chistes de cojos, gangosos, ciegos o andaluces tienen el obvio trasfondo de una discapacidad; pero, ¿los camioneros? ¿Qué demonios encierra ese concepto? No se me ocurren otras implicaciones directas que no sean la prostitución de polígono o el alcoholismo al volante; si bien, entonces, no tiene sentido que se intitule como “chistes de camioneros” lo que en puridad serían “chistes de rumanos”.
Por otro lado, ¿qué es exactamente un gangoso y cuántos había en España como para que tuvieran su propio colectivo? Puedo visualizar en mi mente un ejército de un millón de calvos, de gordos, de gafotas o de gitanos, pero no conozco a nadie gangoso. ¿En qué momento dejó de haber gangosos para que no podamos señalar a ninguno más allá de antropófago Sezar Blue?
Pero, sin duda, el mayor interrogante es el “etc.”. El etcétera es una ilusionante ventana abierta al mundo de la descalificación. Ojalá saber qué otros capítulos eran tan necesarios como para humillarlos colectivamente, pero tan innecesarios como para no salir en portada. ¿Chistes de UCD? ¿Cosas de amas de casa? ¿Humor de venéreas? Ojalá.
195 pesetas parece que costaba este tesoro, según reza esa pegajosa pegatina de la parte inferior. Vale, 195 será el precio. Pero, su valor, solo lo puede definir esa palabra imposible de pronunciar para un gangoso: IN-CAL-CU-LA-BLE.
En una época todavía ajena a la viralidad y el mainstream, el cantautor punk zaragozano Manolo Kabezabolo vendió casi 100.000 cassettes de su ópera prima, a las que hay que sumar todas las copias no oficiales. En una entrevista llegó a asegurar, y no iba desatinado, que “en casi todas las casas españolas había una cinta de Manolo”.
La sorpresiva carrera de este alocado músico urbano ha culminado en un aspecto físico notablemente mejor de lo que cabría esperar desde cualquier sector médico. Le ha ganado el pulso a la biología. Tiene casi 60 años y luce bastante más atractivo que en los 90. De ahí que haya quienes le hayan tildado como el “George Clooney” español. Tiene más pelo, más dientes (muchos más y muy grandes, como un caballo de carreras), toca con una banda más profesional, ya no vive en un psiquiátrico y, aunque ya no hace apología del alcohol y las drogas, asegura que sigue consumiendo «como si no hubiera un mañana».
Más allá de su terapéutica obra, que oscila entre la confesión y la química (“Soy eyaculador precoz y lo digo a viva voz”, “Nino Gramo”), poco se habla de la perspicacia de Kabezabolo para localizar y abordar temas de actualidad.
Por ejemplo, su emblemático “Aborto de la gallina” hacía emerger una problemática sesuda bastante bien atinada, pues como acertadamente apuntaba: “aprobarlo sería fatal, todos los animales querrían igualdad; si no esto no fuera el caos no tardaría en serlo, si quisieran abortar vacas ovejas y cerdos”.
Aunque nadie sabe cómo pudo sobrevivir este tío a una gira por EEUU a principios de los 2000 tocando en garajes clandestinos, lo cierto es que lo hizo. Y en el nuevo milenio nos ha dejado mieles interpretativas notables. Sin ir más lejos, protagonizó un corto con Marianico, también “el corto”, en la televisión pública aragonesa, donde -no es coña- actuaba bastante bien.
La ruleta de la fortuna ha tocado con su aguja esterilizada al bueno de Manuel, como lo hizo con Lemmy de Motörhead y esas poquísimas excepciones que, a pesar de haber inundado decididamente su cuerpo con los peores venenos, han llegado a una senectud digna y prolífica.
Como corolario, el emblema que escribió y que resume toda una trayectoria: “Si tienes dientes, es que no estuviste ahí”.
El aumento de la esperanza de vida se cierne sobre Occidente como el arma de doble filo que representa, de un lado, el éxito de la medicina y la nutrición; y, de otro, la expectativa de un mundo de cuasi esqueletos deambulantes arrastrándose por las calles y farmacias.
Algo casi más truculento está ocurriendo en Japón, donde el progresivo retraso en la edad de jubilación afecta de forma llamativamente parecida a todas las profesiones. Todos podemos valorar la autonomía de un notario o un jardinero más allá de los setenta años pero, ¿qué ocurre con oficios tan dispares como los que desempeñan los jugadores de balonmano, las bailarinas de ballet o las estrellas porno?
Este último caso nos sitúa en la órbita de Fumio Kishida, famosa octogenaria cuyos vídeos pornográficos están más en boga que nunca. La demanda de la cerril sociedad nipona (sumisa en público, ingobernable en privado) de este extravagante contenido, unida a la antedicha ampliación de la edad laboral han dado como resultado que Fumio tenga actualmente [la agenda] más apretada que nunca.
Desconocemos cuándo colgará las botas, cuál es el target de sus fans, si la experiencia es un grado o si nos tiene algo reservado para el futuro, pero sinceramente esperamos no poder dar ningún tipo de información al respecto.
En el mundo efímero de las redes sociales, pocos han tenido un ascenso tan vertiginoso como Bella Poarch. Atrás quedaron los días en que la joven vivía en la oscuridad de los suburbios, atrapada en un ciclo de abusos y adversidad. Hoy, con una fortuna estimada en 9 millones de euros, Bella es un testimonio viviente de cómo el poder de las redes sociales puede transformar vidas de manera espectacular.
Infancia y Adversidad
Criada en los suburbios, Bella tuvo una infancia marcada por la pobreza y los abusos. Las circunstancias eran poco propicias para alguien que buscaba escapar del ciclo vicioso que atrapa a tantos jóvenes en entornos similares. Sin embargo, la resilencia de Bella y su inquebrantable deseo de superación la llevaron a buscar una vida mejor.
El Viral «M to the B»
A principios de 2020, Bella tenía una cuenta bancaria con cero euros y pocas perspectivas. Pero todo cambió cuando publicó su video de «M to the B» en TikTok. En un clip que dura apenas unos segundos, Bella, con un primer plano de su rostro, mueve la cabeza al ritmo de la canción. Este simple video se convirtió en uno de los más vistos y compartidos en la historia de TikTok, cambiando su vida de la noche a la mañana.
En un período de poco más de dos años, Bella pasó de tener nada en su cuenta bancaria a acumular una fortuna estimada en 9 millones de euros. La fama trajo consigo oportunidades de patrocinio, colaboraciones y otras fuentes de ingreso que han solidificado su estatus financiero.
Más Allá de TikTok
Aunque Bella es más conocida por su presencia en TikTok, su historia es un recordatorio de que las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa para el cambio social y personal. A pesar de las críticas y controversias que la han rodeado, incluyendo debates sobre sus tatuajes y su pasado en la Marina de EE. UU., Bella se ha mantenido firme en su búsqueda de un futuro mejor.
La historia de Bella Poarch es una inspiración para aquellos que se encuentran en circunstancias difíciles. Su viaje demuestra que, con determinación y un poco de suerte en la era digital, es posible cambiar su destino de maneras antes inimaginables. Con 9 millones de euros en su cuenta y una plataforma para seguir creciendo, Bella Poarch es una fuerza a tener en cuenta, tanto en el mundo digital como en la vida real.
Grimes, cuyo nombre real es Claire Boucher, es un todo un enigma. Nacida en Vancouver, Canadá, Claire creció obsesionada con los videojuegos y se dedicó a provocar a los adultos sacando, tal y como ella apunta, temas tabú como el sexo, las drogas o la santería. Pero es su alter ego, Grimes, quien ha capturado la atención del mundo de la música y la tecnología.
Grimes es una artista autodidacta que ha sido aclamada por su música vanguardista y provocadora. Su trabajo a menudo integra elementos de ciencia ficción y ha sido tan impactante que el medio especializado Pitchfork lo consideró entre lo mejor de la década de 2010. Pero Grimes no se detiene en la música. También se conoce como «c,» una personalidad que busca explorar otros ámbitos más allá de la música, como la educación, la inteligencia artificial y la literatura con proyectos como «Transhumanismo para bebés».
Es difícil hablar de Grimes sin mencionar su relación con Elon Musk, el magnate de la tecnología. Los términos exactos de esa relación tienden a fluctuar, pero lo que es seguro es que comparten la copaternidad de dos hijos. Grimes tiene tatuajes en sus dedos, anillos de metal y hasta un tatuaje de telaraña en la oreja derecha. Ambiciosa como pocas, desea algún día morir en Marte o en un exoplaneta, dependiendo de los deseos futuros de sus hijos, X e Y.
Grimes ha demostrado ser una comunicadora nata, tanto en la música como en las redes sociales, a pesar de su naturaleza reservada y su deseo ocasional de privacidad. Esta mezcla compleja de características la convierte en una figura polarizante que desafía las etiquetas. Sin embargo, su relevancia en la cultura contemporánea es indiscutible, especialmente cuando se consideran sus proyectos más audaces.
Uno de estos proyectos implica ofrecer una plataforma para aspirantes a músicos que puedan, a través de inteligencia artificial, intercambiar sus voces por la de Grimes al escribir e interpretar melodías. Esta innovadora idea desafía las normas convencionales de derechos de autor y representa una mirada audaz hacia el futuro de la música y la tecnología.
Grimes es, sin lugar a dudas, una de las figuras más intrigantes del panorama digital contemporáneo.
En un período de marcada división y polarización en Estados Unidos, una tendencia alarmante está ganando terreno: el aumento de actos violentos de grupos neonazis.
Manifestaciones en Aumento
El pasado 2 de septiembre de 2023, en un solo día en Orlando, dos manifestaciones distintas de grupos neo-nazis capturaron la atención pública. Cerca de la entrada de Disney World, 10 individuos, parte del grupo «Order of the Black Sun», mostraron abiertamente símbolos de odio y consignas extremistas. A unos 25 millas al norte, miembros de los grupos Blood Tribe y Goyim Defense League marcharon con cánticos que proclamaban “Estamos en todas partes”.
Estos actos preocupantes son solo la punta del iceberg. Casi dos docenas de eventos similares han sido registrados en lo que va de 2023, superando ya las cifras del año pasado.
Actos Violentos
Este aumento en las manifestaciones públicas ha coincidido con actos violentos. Una semana antes de la concentración en Orlando, un individuo armado con un rifle estilo AR-15 mató a tres personas afroamericanas en una tienda Dollar General antes de quitarse la vida. El arma portaba símbolos y consignas neo-nazis.
Aumento en las Investigaciones de Terrorismo Doméstico
El número de investigaciones de terrorismo doméstico se ha disparado, alcanzando 2,700 casos al final del año pasado, más del doble comparado con la primavera de 2020. Muchos de estos casos implican a individuos con ideologías neo-nazis.
La Política y el Extremismo
Una gran proporción de estos grupos extremistas están ubicados en Florida, un estado conocido por su retórica política inclinada hacia el extremismo. El gobernador Ron DeSantis, ahora candidato a la presidencia, ha recibido elogios de estos grupos por sus políticas duras en temas como la inmigración.
Expertos en el estudio del odio y el extremismo indican que hay una correlación entre la retórica política y social agresiva y el aumento de la confianza de estos grupos extremistas. Este crecimiento en la visibilidad y actividades de los grupos neo-nazis es un campanario de alerta que requiere una atención inmediata tanto por parte de las autoridades como de la sociedad en general.
80 años está a punto de cumplir el humano que hay debajo de Quico, el popular y cachetudo personaje que protagonizaría “El chavo del 8”, posiblemente la serie infantil más famosa de la historia de Hispanoamérica.
Ajeno a los avatares del tiempo, Villagrán sigue en su burbuja de estrambótica ficción actuando en circos locales ataviado con la misma indumentaria que utilizaba en el tardofranquismo, realizando los mismos gestos, cantando las mismas canciones y contoneándose con los mismos bailes.
Más allá del siniestro espectáculo que supone ver a un señor de ochenta años actuando como si fuera un niño de cuatro, la historia que hay detrás de este comediante es absolutamente deliciosa.
Todas las telenovelas del mundo están encerradas en su biografía. Los actores del Chavo se movían como auténticas estrellas del rock en los 70 y sus audiencias se meaban en la cara de las de El Rubius o Ibai. Quico ganó cada vez más protagonismo en detrimento del propio Chavo (Roberto Gómez Bolaños), ideólogo de la serie y empresario con puño de hierro, suscitando los más encontrados rencores y envidias.
Entretanto, ambos mantenían relaciones sexuales con otra actriz de la serie (la que hacía de madre del propio Villagrán), de modo que Quico y El Chavo se convirtieron en enemigos irreconciliables.
El poder que ostentaba Gómez Bolaños era tal que llevó a la ruina a Villagrán, quien durante años se vio desprovisto de trabajo, cancelado y en el más absoluto ostracismo.
Todo parecía resolverse favorablemente en un homenaje a la trayectoria de G. Bolaños, pero no le fue permitida la entrada al histriónico Quico.
Ahora, muerto el Chavo, se acabó la rabia. Quico actúa dignificando el personaje que él creó, con todas las características que inventó, y que durante tantos años se vieron silenciadas por la codicia de ese pequeño muchacho extremadamente pobre que vivía en un barril de la vecindad.
Quizá parezca ridículo a ojos de cualquiera cuando mueve sus patas con su traje de marinero en un lóbrego escenario de Acapulco, pero entre bambalinas Quico siempre podrá contraargumentar a sus detractores: “por lo menos no estoy muerto”.
¿Alguna vez te has preguntado qué tenéis en común tú, una estetecién y la persona que más asco te ha dado en tu vida”? A todos os flipa viajar. Igual que a ese hombre insecto que cree que lo mejor que le define es la palabra “viajero” en su bio de Tinder.
Porque si en el mundo existe consenso sobre algo es que viajar es bueno. Porque el fascismo se cura viajando, ¿no? Y como se te ocurra decir lo contrario serás desterrado con las personas que les gusta pintar maquetas y demás furros.
No existe debate. Ya nadie se puede preguntar, ¿dónde ha quedado el sentimiento de aventura? ¿el poder fumar en los aviones? Nadie se atreve a decir que ahora viajar solo significa una cosa: compartir hoteles, trenes y piscinas con gente con la que nunca querrías estar.
Sigues creyendo que es algo exótico, cuando en realidad es una estafa piramidal que funciona gracias a stories de menopáusicas sujetando la Torre de Pisa. Lo siento, pero ya no vas a impresionar a nadie escalando el Everest. Tal vez lo único que capte la atención de tus compañeros de trabajo mientras calientan el tupper sea una estancia larga con piratas somalíes o que hayas probado un poco del jarabe democrático del régimen talibán.
Y ojo con la gente a la que le gusta viajar sola. Podrían ser auténticos recipientes de ETS o psicópatas que te descuartizarán en su baño si no inviertes en su nuevo negocio de hamburguesas.
La única verdad absoluta que existe sobre viajar es que es todos tus ahorros acabarán despilfarrados en experiencias vacías que nunca se quedarán contigo. ¿Quieres un consejo? Coge todo ese dinero e inviértelo en Phantom. Esa crypto lo va a petar. Te lo digo yo.
El partido de octavos de finales entre Sinner y Zverev del US Open se vio interrumpido por el espectro del dictador alemán quien, en boca de un aficionado, profirió repetidamente “Deutschland über alles” (Alemania, por encima de todo).
Zverev, estupefacto, se dirigió al colegiado para reprochar las polémicas palabras de ánimo del desafortunado espectador, aludiendo a que eran claramente identificables con Adolf Hitler.
Finalmente, el aficionado sería expulsado de la cancha.
Hasta ahí, la noticia entra en los cánones de la normalidad. Sin embargo, abre la puerta a distintas controversias que afectan directamente a otros sectores. El archiconocido “este café está cojonudo”, que solía esputar Adolfo, podría paralizar el gremio de la hostelería aplicando el mismo baremo. El tampoco menos habitual “deja deja, esta me viene grande, pilla una talla menos” que Hitler acostumbraba a apostillar en su sastrería, podría llevar a la evacuación de no pocas tiendas textiles.
Fuentes jurídicas de Mundo Gris apuntan a que “el cabrón de Hitler hizo muchas cosas, ya sabéis; pero es que encima tampoco paraba de hablar y claro, eso a la larga, entre unas cosas y otras, pues eso”.