¿Te acuerdas de cuando en Tuenti cada lunes aparecían cientos de fotos torcidas de chavalxs torcidxs con sonrisas torcidas? Estaban jugando al pro en un garage, fumando en un descampado, pasándose las manos por los hombros, riéndose con espontaneidad… A veces salían mal, y otras bien (como dice pedrerol: ‘la naturalidad es la clave del éxito en una fotografía’). Así es la vida. Matizo: así era la vida.
Ahora lxs chavalxs ya no salen en las fotos, son las fotos las que salen en lxs chavalxs. Y las hay de 4 o 5 tipos. .
Está, por ejemplo, esa del efecto bokeh en la que aparece un chico vestido de futbolista de tercera división mirando al horizonte; o esa otra de las pavas mirándose a los ojos, medio inclinadas, y riéndose como hienas hambrientas de reconocimiento social; una foto que, dicho sea de paso, exige una coordinación loquísima. Bravo por el novio, supongo ?
Pero la vida no es así.
La vida es cutre.
Nosotrxs somos cutres.
Y aquellxs q lo nieguen, son todavía más cutres.
En Instagram ya no se cuelgan recuerdos, se cuelgan fotos.
Ahora mismo, las stories de WhatsApp son el último reducto de autenticidad en internet. Se llaman ‘Estados’. Ahí está tu tía, el pavo del seguro, la cita tinder con la que nunca llegaste a quedar (gracias a dios)… Y aunque solxs y descerebradxs, esa gente atesora algo q tú y yo ya hemos perdido: una identidad digital honesta. .
Hazme caso.
No vuelvas a subir nada con efecto bokeh ni mirando a cámara como si estuvieras dentro de la revista de Ana Rosa porque 1) No lo estás y 2) Al estandarizar las poses nos estamos cargando la memoria colectiva.
