Spiz rejuvenecedor: el caso Manolo Kabezabolo

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En una época todavía ajena a la viralidad y el mainstream, el cantautor punk zaragozano Manolo Kabezabolo vendió casi 100.000 cassettes de su ópera prima, a las que hay que sumar todas las copias no oficiales. En una entrevista llegó a asegurar, y no iba desatinado, que “en casi todas las casas españolas había una cinta de Manolo”.

La sorpresiva carrera de este alocado músico urbano ha culminado en un aspecto físico notablemente mejor de lo que cabría esperar desde cualquier sector médico. Le ha ganado el pulso a la biología. Tiene casi 60 años y luce bastante más atractivo que en los 90. De ahí que haya quienes le hayan tildado como el “George Clooney” español. Tiene más pelo, más dientes (muchos más y muy grandes, como un caballo de carreras), toca con una banda más profesional, ya no vive en un psiquiátrico y, aunque ya no hace apología del alcohol y las drogas, asegura que sigue consumiendo «como si no hubiera un mañana».

Más allá de su terapéutica obra, que oscila entre la confesión y la química (“Soy eyaculador precoz y lo digo a viva voz”, “Nino Gramo”), poco se habla de la perspicacia de Kabezabolo para localizar y abordar temas de actualidad.

Por ejemplo, su emblemático “Aborto de la gallina” hacía emerger una problemática sesuda bastante bien atinada, pues como acertadamente apuntaba: “aprobarlo sería fatal, todos los animales querrían igualdad; si no esto no fuera el caos no tardaría en serlo, si quisieran abortar vacas ovejas y cerdos”.

Aunque nadie sabe cómo pudo sobrevivir este tío a una gira por EEUU a principios de los 2000 tocando en garajes clandestinos, lo cierto es que lo hizo. Y en el nuevo milenio nos ha dejado mieles interpretativas notables. Sin ir más lejos, protagonizó un corto con Marianico, también “el corto”, en la televisión pública aragonesa, donde -no es coña- actuaba bastante bien.

La ruleta de la fortuna ha tocado con su aguja esterilizada al bueno de Manuel, como lo hizo con Lemmy de Motörhead y esas poquísimas excepciones que, a pesar de haber inundado decididamente su cuerpo con los peores venenos, han llegado a una senectud digna y prolífica.

Como corolario, el emblema que escribió y que resume toda una trayectoria: “Si tienes dientes, es que no estuviste ahí”.

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En una época todavía ajena a la viralidad y el mainstream, el cantautor punk zaragozano Manolo Kabezabolo vendió casi 100.000 cassettes de su ópera prima, a las que hay que sumar todas las copias no oficiales. En una entrevista llegó a asegurar, y no iba desatinado, que “en casi todas las casas españolas había una cinta de Manolo”.

La sorpresiva carrera de este alocado músico urbano ha culminado en un aspecto físico notablemente mejor de lo que cabría esperar desde cualquier sector médico. Le ha ganado el pulso a la biología. Tiene casi 60 años y luce bastante más atractivo que en los 90. De ahí que haya quienes le hayan tildado como el “George Clooney” español. Tiene más pelo, más dientes (muchos más y muy grandes, como un caballo de carreras), toca con una banda más profesional, ya no vive en un psiquiátrico y, aunque ya no hace apología del alcohol y las drogas, asegura que sigue consumiendo «como si no hubiera un mañana».

Más allá de su terapéutica obra, que oscila entre la confesión y la química (“Soy eyaculador precoz y lo digo a viva voz”, “Nino Gramo”), poco se habla de la perspicacia de Kabezabolo para localizar y abordar temas de actualidad.

Por ejemplo, su emblemático “Aborto de la gallina” hacía emerger una problemática sesuda bastante bien atinada, pues como acertadamente apuntaba: “aprobarlo sería fatal, todos los animales querrían igualdad; si no esto no fuera el caos no tardaría en serlo, si quisieran abortar vacas ovejas y cerdos”.

Aunque nadie sabe cómo pudo sobrevivir este tío a una gira por EEUU a principios de los 2000 tocando en garajes clandestinos, lo cierto es que lo hizo. Y en el nuevo milenio nos ha dejado mieles interpretativas notables. Sin ir más lejos, protagonizó un corto con Marianico, también “el corto”, en la televisión pública aragonesa, donde -no es coña- actuaba bastante bien.

La ruleta de la fortuna ha tocado con su aguja esterilizada al bueno de Manuel, como lo hizo con Lemmy de Motörhead y esas poquísimas excepciones que, a pesar de haber inundado decididamente su cuerpo con los peores venenos, han llegado a una senectud digna y prolífica.

Como corolario, el emblema que escribió y que resume toda una trayectoria: “Si tienes dientes, es que no estuviste ahí”.

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