Salvo en esporádicas excepciones -como las de Eugenio o Mariano Rajoy-, el humor envejece MAL
Hace años me preguntaba por qué el carca común se enternece al ver a cómicos en desuso cuando por un momento vuelven al fogonazo de la actualidad en galas de Comunidades Autónomas o en un show de homenaje a otro coetáneo recién embalsamado que en algún momento de la posguerra fue trend topic en el canal único. Hoy lo he entendido al ver esta fotografía.
Podría ser la “Orquesta Deca Dance”, la foto finish de una carrera de alcohólicos anónimos o la imagen de archivo de la Policía Nacional de tres presuntos pedófilos (que igual luego se demuestra que nah de nah, eh… que igual los absuelven). Pero no, sólo son cómicos que un día fueron cómicos y que han caído en ese cementerio de elefantes que conforma el humor vintage.
He entendido de qué va esto, decía, porque veo esa captura con ternura. Recuerdo a Flo en El Informal, a Mota en los primeros gags de Cruz y Raya y a Santiago Segura en… Bueno, la verdad es que Santiago Segura siempre me ha parecido repugnante; pero bueno, a los otros dos los recuerdo con simpática nostalgia.
Sin embargo, imagino ser un hijo del trap de la generación Z, ver a estos tres y preguntarme: ¿quiénes son estos putos estanqueros? E incluso imagino ver, en el contexto actual, cualquiera de sus mejores momentos y preguntarme: ¿quiénes son estos putos estanqueros? ¿De verdad esto hizo gracia alguna vez? Pues sí, la hizo. Quizá a ti no. Y a mí, ahora, tampoco. Pero a mi yo de antes, sí.
La música, la literatura… casi cualquier manifestación artística, si carga una calidad genética, aguanta el paso de los años. O incluso le viene bien. Pero ay, amigo… El humor, no. Al humor le va fatal el tiempo. Y su caricatura grotesca, su manifestación más decadente, ruinosa, nociva, terrorífica, viciosa y pobrediablesca tiene un nombre: LOS PAYASOS. Y un atributo: ALCOHÓLICOS.