[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]M[/mkdf_dropcaps]arta creció en el seno de una familia católica. Siendo niña, su hermano trajo un día un libro a casa. Podría haber sido El origen de las especies o un tebeo de Mortadelo y Filemón. Pero no, aquel libro trataba sobre unos extraterrestres que abdujeron a un periodista deportivo francés y le susurraron el origen de la vida. Marta tiene hoy 44 años y sostiene en la Puerta del Sol de Madrid una pancarta con una esvástica sobre un paisaje sideral. En efecto, Marta es raeliana.
Enmarcada en la categoría de cultos disparatados o fuera de lo normal, la también llamada ‘religión ovni’ logró ser noticia en varias ocasiones a través de anuncios alucinados como el nacimiento del primer bebé clonado. Sin aportar prueba alguna, volvieron a insistir poco después con la existencia de otros 20 bebés clonados en Europa y EEUU pero, como afirmó Anna Veiga (la doctora que llevó a cabo la primera reproducción asistida en España) en una entrevista a EPS, el bebé de los raelianos «no apareció jamás, ni se la espera». Todo pareció ser una mezquina operación de marketing de la científica Brigitte Boisselier, número dos de Rael y líder de la compañía raeliana Clonaid.
“Pablo, supuesto líder raeliano, rapea en el metro. Improvisa un rap raeliano que me recuerda a El Chojin”
Al parecer lo que me he encontrado en plena calle es un acto de lo que ellos llaman la rehabilitación de la esvástica, convencidos de que esta no es más que un símbolo de paz y armonía usurpado por los nazis. A pesar de semejante embrollo y de que pertenecen a una secta considerada peligrosa en muchos países, trato de entablar conversación e interrumpo una perorata que reproduce Marta para un reducido y escéptico grupo de adolescentes. «Ey, qué tal». Me da dos besos. Miro a Pablo, otro autoproclamado raeliano que está con ella y charla con un desaliñado joven que, a juzgar por sus referencias, debe estar suscrito al 100% de las teorías del tertuliano de manos gigantes de Cuarto Milenio.
Pablo, que dice ser el líder espiritual de los raelianos en España, le instruye: “fuimos creados por seres de otro planeta. Moisés, Jesús, Buda o Joseph Smith… predicaron el mensaje de los Elohim”. El discurso continúa: «Rael fue abducido por extraterrestres en dos ocasiones. La primera fue en 1973, cuando le comunican que ya podemos comprender nuestro origen a través de la ciencia actual y vivir eternamente clonándonos los unos a los otros. Dos años después lo sacaron de nuestro sistema solar y se lo llevaron a su planeta. Y allí estaban todos: Jesús, Moises, Buda, Shiva…» Y el chaval asiente con expresión conspiranoica, arrogante, como si lo que acaba de escuchar fuese de sobra conocido.
En el momento en el que ellos lo despachan con una octavilla, les convenzo para llevármelos a tomar algo en una terraza del centro.“Yo lo mismo que él”, dice Pablo a la camarera. Es como Cuando Harry encontró a Sally, pero cambiando a Meg Ryan por el supuesto líder de una secta que no sabe lo que es un gin tonic. Los raelianos no son abstemios, pero «si eres raeliano y te vas a fumar un porro, te recomendamos que lo hagas en la intimidad», me indica después de preguntarle varias veces por el tema. Creo que pretenden es huir del arquetipo de loco-cósmico porrero. Les confieso que esperaba más poder de convocatoria y Pablo responde que es porque en España solo son ocho miembros y que no todos tienen el mismo grado de implicación.
Marta reconoce, algo molesta, que «hay muchos hombres que entran en la organización por un tema equivocado». Para ligar. “Y cuando se dan cuenta de que no es así”, puntualiza Pablo, “se van”. Lo cierto es que tienen una cosa llamada ‘meditación sensual’ que, según su página web, «permite al ser humano descubrir (…) una sexualidad percibida a través de todos los sentidos que tenemos, para poder experimentar un orgasmo cósmico, infinito y absoluto». Pablo esboza una sonrisa fina como la ranura de un cajero automático y asiente con la cabeza, como aprobando esa definición.
“La llamada ‘religión ovni’ logró ser noticia a través de anuncios alucinados como el nacimiento del primer bebé clonado”
No sé si los raelianos son el tipo de secta típica en la que hay un líder se dedica a hacerse con el cerebro y cartera de incautos en busca de refugio psicológico o si son más bien fanáticos inofensivos que apena tienen dinero. «Estamos pensando en poner una cuota de 50 euros cada seis meses», comenta Pablo. Internet en general y aquel documental de hace diez años en el que aparecían medio-famosos españoles con la cara pixelada les han pasado factura.
Aunque Rael llega a España por primera vez en los años 70 para dar una conferencia, los raelianos no se instalan en nuestro país hasta mediados de los 90. Y lo hacen con tres objetivos: extender la palabra de los Elohim, recaudar pasta para crear una embajada extraterrestre en vete tú a saber dónde, e impulsar un cambio sociopolítico en base al esclavismo robot, la libre sexualidad y la abolición del dinero. Llaman a ese sistema político Geniocracia (gobierno de los genios) y Paraísmo al sistema económico en el que se sustenta, donde no existe el sujeto político del proletariado.
Nuestra camarera irrumpe bruscamente con un plato de pulpo con patatas y pido otra copa (el hijo de los Elohim aún tiene la suya por la mitad) y que nos corte el pulpo. Ella nos arroja un cuchillo a la mesa. Supongo que nos trata de ese modo porque ha escuchado una conversación sobre clonar bebés. Y es que los raelianos tienen un empeño insólito con esto de clonar, que consideran un medio para que el ser humano alcance la inmortalidad.. “Al ser clonados, reproducimos nuestra experiencia, memoria y personalidad en el interior de una carcasa idéntica”, argumenta Pablo.
Antes de irme, pregunto a Pablo y a Marta a qué se dedican. Ella me dice que a nada y que una vez la rechazaron de un trabajo por su colgante (una esvástica gigante). El líder raeliano me dice que rapea en el metro. Lleva como 20 años en el «mundo del hip-hop» y está a punto de sacar su primer disco. “Soy muy meticuloso”, confiesa. Improvisa un rap raeliano que me recuerda El Chojin. Le pregunto qué opina del trap: «Cualquier estilo musical que emerja espontáneamente de la calle es síntoma de que existe más pluralidad cultural y…». Yo creo que no sabe lo que es el trap.
Llevo tres horas hablando de extraterrestres y bebiendo gin tonics con dos desconocidos. Me duele la cabeza.