SE PROHÍBE BAILAR EN FASE 3 Y MI TWERK ESTÁ EN NIVEL 10

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[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]Y[/mkdf_dropcaps] me jode. Y les jode a Xavi y a Ester, pero mazo; y al pequeño Trumpito ya ni te cuento.

Nos hemos tirado toda una cuarentena preguntándonos por qué la tal Patry Jordan sonríe sin sudar después de una hora de cardio mientras tú bajas la sentadilla hasta abajo, porque la autoestima hasta el cielo y el perreo hasta el suelo. Y suena de fondo el nuevo disco de Bad Bunny (que dura diez canciones) sacado en medio de una cuarentena mundial para dejarte con las ganas, las suficientes para yo ya haber dibujado en mi mente la noche perfecta: una de esas en las que parece que va a venir la bajona pero entonces aparece tu amiga la Cristy con el “Alma del Mercadona” diciendo que hoy se bebe y hoy se sale y tú dices que venga, porque en verdad quieres perrear, pero sola, y al fin estrenar ese vaivén de glúteos que has logrado practicando la sentadilla diaria hasta lo más hondo gracias a la sonrisa robotizada de Patry Jordan (Patt, para los amigos).

Entonces suena una voz almendrada como diciendo que sí pero no, como que tal pero que a ver y que puede pero que vamos viendo. Pero que prohibido bailar. Eso se escucha literal, y aquí viene la real bajona: la N2 ha llegado y con ella grandes enigmas tales como ¿qué pasa ahora con los mensajes de “nunca” del día después? Al usuario Ronis_69 no le gusta esto.

Se pone punto y final a la danza de apareamiento del macho alfa junto al resto de su manada. Se acabaron las fechorías- (2. f. travesura (II acción maligna e ingeniosa)- de acercarse al ritmo del papito Yankee a un grupo de féminas que claramente infieres que tienen ansia de testosterona de la fuerte y por no dejarlas en la orfandad tienes el acto caritativo de pedirles su teléfono y dar un toque antes de marcharte para asegurarte de que su pantalla se ilumina y no han cometido el trágico error de equivocarse en el último dígito.

Es decir, celebremos que se acabaron las mañanas siguientes a una noche nebulosa en donde tu medio ser compuesto de H20 e ibuprofeno intenta resistir hasta la media luna de esa noche mientras

Nadie:

Absolutamente nadie:

Pero él:

 

Eso quisiera yo saber, pero usted quién es. Un fulano, quizá.

Un canto fúnebre suena en sintonía con luces de neón intermitentes y vasos de chupito apoyados con fuerza sobre la mesa (alguno después se recorre con mayor fuerza aún). Fin de la escena.

 Si me pidieran que escribiera un epitafio a estos positivistas peligrosos abogaría seguro por un clásico: “No estaba ligando contigo, tan solo estaba siendo simpática”. Luego, seguro podríamos encontrar algún otro cercano a éste a modo de cementerio bucólico y pastoril que dijera algo así como “no eras para tanto”; ergo, la movida hasta la tumba.

De lo que sí podemos hablar sin suposiciones y ya en pretérito es del acto de ligar de la antigua normalidad. Que sí, que siempre nos quedarán París y los MD´s de Instagram, y Tinder a ratos. Pero nada como la posibilidad de elegir del escaparate en vivo y en directo al afortunado solomillo, o seitán para los veganos, al que le mandaré mis “buenos días, princesa”. Es el fin del porcentaje positivista, del libre albedrío en interpretaciones y es el momento para la escucha activa paseándose por la alfombra roja. Es el momento de abrir tu caja de pandora y confesarte que la piscina estaba muy vacía y que si me voy por la tangente es por decisión propia. Tu señal fue captada y posteriormente denegada, sin fallo de sistema: el porcentaje siempre fue de 50%-50%. Es la rebelión de la Nueva Normalidad.

  • No se necesita estar de pie para bailar, con Patry Jordan aprendí a hacer twerk sentada y mi twerk está en el nivel 10.
  • Oh,

 

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[mkdf_dropcaps type=»normal» color=»#ff3154″ background_color=»»]Y[/mkdf_dropcaps] me jode. Y les jode a Xavi y a Ester, pero mazo; y al pequeño Trumpito ya ni te cuento.

Nos hemos tirado toda una cuarentena preguntándonos por qué la tal Patry Jordan sonríe sin sudar después de una hora de cardio mientras tú bajas la sentadilla hasta abajo, porque la autoestima hasta el cielo y el perreo hasta el suelo. Y suena de fondo el nuevo disco de Bad Bunny (que dura diez canciones) sacado en medio de una cuarentena mundial para dejarte con las ganas, las suficientes para yo ya haber dibujado en mi mente la noche perfecta: una de esas en las que parece que va a venir la bajona pero entonces aparece tu amiga la Cristy con el “Alma del Mercadona” diciendo que hoy se bebe y hoy se sale y tú dices que venga, porque en verdad quieres perrear, pero sola, y al fin estrenar ese vaivén de glúteos que has logrado practicando la sentadilla diaria hasta lo más hondo gracias a la sonrisa robotizada de Patry Jordan (Patt, para los amigos).

Entonces suena una voz almendrada como diciendo que sí pero no, como que tal pero que a ver y que puede pero que vamos viendo. Pero que prohibido bailar. Eso se escucha literal, y aquí viene la real bajona: la N2 ha llegado y con ella grandes enigmas tales como ¿qué pasa ahora con los mensajes de “nunca” del día después? Al usuario Ronis_69 no le gusta esto.

Se pone punto y final a la danza de apareamiento del macho alfa junto al resto de su manada. Se acabaron las fechorías- (2. f. travesura (II acción maligna e ingeniosa)- de acercarse al ritmo del papito Yankee a un grupo de féminas que claramente infieres que tienen ansia de testosterona de la fuerte y por no dejarlas en la orfandad tienes el acto caritativo de pedirles su teléfono y dar un toque antes de marcharte para asegurarte de que su pantalla se ilumina y no han cometido el trágico error de equivocarse en el último dígito.

Es decir, celebremos que se acabaron las mañanas siguientes a una noche nebulosa en donde tu medio ser compuesto de H20 e ibuprofeno intenta resistir hasta la media luna de esa noche mientras

Nadie:

Absolutamente nadie:

Pero él:

 

Eso quisiera yo saber, pero usted quién es. Un fulano, quizá.

Un canto fúnebre suena en sintonía con luces de neón intermitentes y vasos de chupito apoyados con fuerza sobre la mesa (alguno después se recorre con mayor fuerza aún). Fin de la escena.

 Si me pidieran que escribiera un epitafio a estos positivistas peligrosos abogaría seguro por un clásico: “No estaba ligando contigo, tan solo estaba siendo simpática”. Luego, seguro podríamos encontrar algún otro cercano a éste a modo de cementerio bucólico y pastoril que dijera algo así como “no eras para tanto”; ergo, la movida hasta la tumba.

De lo que sí podemos hablar sin suposiciones y ya en pretérito es del acto de ligar de la antigua normalidad. Que sí, que siempre nos quedarán París y los MD´s de Instagram, y Tinder a ratos. Pero nada como la posibilidad de elegir del escaparate en vivo y en directo al afortunado solomillo, o seitán para los veganos, al que le mandaré mis “buenos días, princesa”. Es el fin del porcentaje positivista, del libre albedrío en interpretaciones y es el momento para la escucha activa paseándose por la alfombra roja. Es el momento de abrir tu caja de pandora y confesarte que la piscina estaba muy vacía y que si me voy por la tangente es por decisión propia. Tu señal fue captada y posteriormente denegada, sin fallo de sistema: el porcentaje siempre fue de 50%-50%. Es la rebelión de la Nueva Normalidad.

  • No se necesita estar de pie para bailar, con Patry Jordan aprendí a hacer twerk sentada y mi twerk está en el nivel 10.
  • Oh,

 

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